SANTO DOMINGO.- Arlette deslumbra 50 años después. Hermosas razones lo explican. Bella mujer de siempre (“todavía” no va con ella). Sus convicciones revolucionarias han resistido intactas. Su amor por Rafael sigue vivo, a pesar de su muerte. Deslumbra y asombra.
Abril, Revolución y Guerra Patria de 1965, es sobre todo amor. Amor al prójimo, amor a la libertad, amor a la autodeterminación de nuestro pueblo.
Amor porque fue entrega leal y valiente. Ya se ha dicho: amores cobardes no son amores. No existen. Y cuando el deber convoca, no hay vacilación posible.
Contar Abril, su gestación, el heroísmo de sus hombres y mujeres, lo hacemos hoy a través del amor de Arlette y Rafael Tomás Fernández Domínguez, héroe nacional, precursor e ideólogo militar de la Revolución de 1965, que procuraba la vuelta a la presidencia de Juan Bosch, derrocado por un golpe militar el 25 de septiembre de 1963.
“Aquí estoy, dijo Fernández Domínguez, respondiendo con la frente en alto el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte. Que juzguen la Historia y la República”.
Arlette nos lo cuenta, con la gracia, la fuerza y la ternura de una combatiente que no ceja en su empeño 50 años después.
Una mujer enamorada de su Patria, la de Rafael, la nuestra, democrática, pacífica, valiente, de todos y de todas.
Cuando se ama a la Patria y al prójimo, la entrega es total. Y por siempre.
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