DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Necesariamente hay que buscar un entendimiento que subsane la actual crisis política generada por la agudización de las diferencias que existe a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) sobre la posibilidad o no de una reforma de la Constitución.
Desde hace varias semanas el país está sumido en una incertidumbre que desestabiliza nuestro régimen institucional, ya que la Carta Magna es amenazada con una nueva modificación que no cuenta con el amplio consenso necesario en la sociedad.
Lo que ha sido una contradicción en el liderazgo del PLD se ha transferido a una cuestión que atañe a toda la colectividad, en virtud de que exclusivamente se quiere trastocar la Constitución para un fin exclusivo de habilitar en términos políticos al presidente Medina, quien de acuerdo a un transitorio de la Carta Magna quería jubilado para presentar como candidato presidencial a partir de 2020.
Pero la falta de un acuerdo entre el presidente Medina y el expresidente Leonel Fernández ha incidido en la cotidianidad del país, fomentando un clima de tensión que incide negativamente en la institucionalidad.
La militarización del Congreso Nacional es una mancha negativa que el Gobierno de Medina cargará con uno de los puntos negros, ya que este acto ha sido asumido como parte de una presión mediática con matices dictatoriales que pudo haber sido desdeñado por las autoridades.
La cuestión ha llegado al grado de la alarma colectiva que obliga al liderazgo político y a los poderes fácticos a repensar lo que se presentará a largo y corto plazo si esta incertidumbre se prolonga más allá del tiempo prudente, en virtud de que los sectores productivos y de inversión se encuentran frenados por culpa de esta inestabilidad política.
Lo prudente, y hasta urgente, es que un cuerpo representativo de la sociedad asuma la misi{on de mediar entre Medina, Fernández y el liderazgo de la oposición para llegar al entendimiento más prudente que subsane el daño ya propinado a la democracia por los intereses particulares y de protagonismo por cuestiones mediáticas de cara a las elecciones presidenciales de mayo de 2020.
La cordura debe imponerse, aunque las perspectivas de algunos líderes debe postergarse para otra coyuntura político-electoral.
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