DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Es normal que al inicio de cada Gobierno surjan presiones de la militancia del partido que llega al poder por los empleos en la administración pública.
La práctica no es nueva, pero tampoco dejará de existir. Sencillamente, el proselitismo de los partidos se sustenta precisamente en el hecho de las ofertas de ciertos beneficios durante la campaña electoral para después que se llegue al Palacio Nacional.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) no escapará a estas presiones, por lo que no criticable sea que su alta dirigencia no se haya preparado para atender las demandas de los “compañeritos de la base”.
En virtud de estas presiones de los militantes de los partidos es que el erario ha sido abultado al paso de cada gestión, porque hay necesidades de los miembros de los partidos y de los allegados que deben ser satisfechas.
En medio del escenario vivido por el PRM por las quejas de los militantes por los puestos públicos, el presidente Luis Abinader no tuvo otro método de escape que no fuera proclamar que el “Estado no es un botín”.
No constituye la mejor frase, pero el Mandatario tiene total certeza, aunque el PRM está obligado en evaluar bien las disponibilidades con que cuenta en el Gobierno y así colocar a la gente que hizo campaña hasta el triunfo en las elecciones presidenciales del 5 de julio.
Lo real es que el personal a ser nombrado en el Estado debe contar con cierto nivel de capacidad y de los requisitos por la ley de administración pública.
Todos los militantes y dirigentes del PRM superan los espacios que habría en el Estado, lo que representaría una carga fiscal por encima de la capacidad presupuestaria del país.
Si bien el PRM exige paciencia a sus seguidores, la verdad es que hay promesas incumplidas a un mes de la ascensión al poder, ya que durante años en la oposición hay dificultades económicas que se esperan superar desde que esa organización fuera favorecida con el voto popular en los pasados comicios.
El PRM debe evaluar la fórmula que puede aplicar para “aplacar” las frustraciones de muchos de sus militantes que aún no han sido nombrados hata el momento, cuando la realidad es que no hay cupo para todo el mundo.
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