SANTO DOMINGO.- En República Dominicana predomina un sistema político en el que la figura del Presidente ejerce una influencia casi total en la sociedad.
Aún la institucionalidad no ha alcanzado el grado de madurez para que las normas legales se apliquen con total respeto y sin importar los rangos de los estatus sociales y afinidades con las autoridades de turno.
Todos los ciudadanos, no importa su aporte ni su jerarquía, claman al Poder Ejecutivo para la solución del problema más simple, más cuando se trata de un hecho que lesiona la sensibilidad de la familia, casi siempre en caso de asesinatos y violaciones de derechos humanos.
Todavía el Poder Judicial no goza de la total autonomía para actuar dentro del marco de la constitucionalidad. Prevalece el temor al presidencialismo heredado desde el mismo nacimiento de la República, arraigado con mayor fuerte en tiempos recientes desde la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo, más adelante con el expresidente Joaquín Balaguer, posteriormente con el expresidente Leonel Fernández y todavía hoy, en menor grado, con el presidente Danilo Medina.
El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera, muestra otra cara de lo que siempre ha ocurrido en República Dominicana.
Ha emitido un decreto en el que prohíbe la difusión de su figura como Presidente de Costa Rica en las infraestructuras públicas, no importa su categoría.
La práctica de los turistas de ver la fotografía del Presidente costarricense en los aeropuertos y oficinas gubernamentales, ahora será cosa del pasado. Tampoco en las embajadas de ese país en todo el mundo podrán exhibir la figura del Mandatario.
“La efigie del presidente no será motivo de culto en mi administración”, ha justificado el mandatario.
Esa medida no es nueva en Costa Rica. Otros mandatarios dispusieron igual disposición para evitar la exaltación de su figura, tal el caso del presidente Rodrigo Carazo Odio, en el periodo 1978 y 1982.
Es decir, el metamensaje de la medida del presidente Solís Rivera radica en que se presenta ante los costarricenses como un ser humano igual a sus conciudadanos, nunca una figura sobrenatural y con total sabiduría para gobernar esa nación con carácter de exclusividad.
En nuestro país, el presidente Danilo Medina había dispuesto que no se mostraran fotografías suyas en las instituciones, pero todo ha quedado en simple enunciado. Queda evidenciada la madurez alcanzada por Costa Rica en el plano institucional y en cumplimiento de las normativas trazadas por el presidente de turno. En República Dominicana, sin embargo, todo se queda en el olvido, mientras el desorden y la improvisación campean en detrimento del verdadero fortalecimiento de la democracia.
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