PLD: Entre la derrota concertada de Leonel y la victoria pírrica de Danilo
Autor del artículo: Roberto Fulcar
DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- La decisión adoptada el sábado por el Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana, a partir del pacto negociado a últimas horas por las dos facciones que controlan esa organización, constituyó, en síntesis, una derrota concertada para Leonel Fernández y una victoria pírrica para Danilo Medina.
El primero, en camino al terreno del combate y aritmética en mano, prefirió ganar un poco más de oxígeno pidiendo a cambio sólo que se perfumara el látigo del danilismo con el sofisma de la consulta al Pleno de Dirigentes, pasando él mismo a motivar ante los miembros del Comité Central presentes, la misma postura contra la que había arengado por considerarla inconstitucional. No debe ignorar el ex presidente Fernández que le esperan más y mayores humillaciones en los meses por venir, y que está condenado a vencer o desaparecer, por lo que, acorralado, prefirió concertar su derrota para amainar los efectos en la moral de sus tropas.
Por su lado, el presidente Danilo Medina, con la pluma del poder al ristre, el mismo poder por el cual -según sus propias expresiones- cayó vencido en las vísperas de las elecciones del 2008, no quería desaprovechar la oportunidad para dejar en claro quién manda en el PLD e impuso la modalidad de primarias abiertas. En la realización de ese soñado clímax de venganza, el presidente Medina no reparó en que, al derramar mas vinagre sobre las heridas abiertas en la franja leonelista, le agrega piedras y espinas -en lugar de allanarlo- al camino de un posible intento reeleccionista, pues hace más difícil que se arrimen hacia él todos los hombros lacerados.
La lucha entre esas dos facciones, al degenerar de la normal confrontación de ideas y visiones hacia la despiadada competencia corporativa por la acumulación económica y de poder, se asemeja a la de dos individuos, cuchillo en manos, dentro de un tanque: Es muy difícil que de ese tanque ambos salgan ilesos.
La decisión de Leonel Fernández de, ya en el umbral de la reunión del Comité Central, concertar su derrota procuraba amainar los efectos negativos en su de por sí vapuleada figura, lo cual es entendible; pero al tratarse de un proceder político repetido en su carrera, se reiteró como débil de carácter y vacilante, incapaz de llevar hasta el final sus causas. Para amainar esa percepción y zafarse del rol de rendido, el ex presidente difundió después una alocución justificativa, pero, además de que lució cansado y triste, un hecho vale más que un discurso.
Por su lado, Danilo Medina, cuyos seguidores se empeñan en mostrar euforia por la que consideran una “dura derrota” a sus contrincantes internos, parece haber convertido el golpe en causa y objetivo, tal vez sin reparar en que falta poco para el 2020, muy poco para curar heridas y reforestar la pasión de quienes hoy se consideran -no importa cuánto traten de disimularlo- como abusados políticos.
Me asombran análisis y evaluaciones que, al respecto de este hecho, han formulado antes, durante y después tanto entes del peledeismo, como analistas independientes y hasta de la oposición. Tan ingenuo es haberse hecho la idea de que hoy se materializaría una división en el PLD, como simplista el considerar que con la salida pactada entre las dos facciones esa lucha de intereses concluyó. Los meses por venir hablarán duro y claro.
Insisto en que el camino, para quienes trabajamos en favor de un cambio político en el 2020 en la República Dominicana, es la potenciación de la propuesta de unidad amplia y diversa a favor del cambio que impulsan tanto Luis Abinader como otros entes de la vida nacional, y la concertación política y social necesaria para seguir evidenciando todo lo dañino del modelo instalado en el país durante casi veinte años por la cúpula del PLD, transformada de dirección partidaria en corporación político-económica.
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