Leonel y su comitiva en South Beach (ver vídeo)

( AUTOR: Eloy Tejera, periodista y escritor).-. Si algo tienen los dominicanos en Nueva York y allende los mares, es dignidad e independencia. A ellos no los mueve el viento sucio de la isla, ese viento asqueroso al que se refiere Leonel Fernández y al que muy taimadamente supedita su futuro político. Es un viento más puro, límpido, acariciante de los mejores ideales y de las más correctas actitudes. El viento de los dominicanos que se han ido no está compuesto ni subordinado por conservar el carguito en que se está, ni por lograr el puesto en el Estado que se ha de conseguir si gana el candidato favorito al que se deben lealtades, prosternaciones, humillaciones de la más baja estirpe.

Eloy Alberto TejeraDe ahí que esos dominicanos residentes en la ciudad de Nueva York, y muy específicamente los residentes en la periferia del Alto Manhattan, les hayan hecho pasar por un mal momento al líder Leonel quien visitaba esa ciudad como si nada hubiese pasado, como si los tiempos ya no son distintos. Ya su cabeza requiere de más tinte para aparentar una edad que no tiene juventud, una juventud que como su presunta honestidad se fue por el grifo de la historia, ya sus estrategas necesitan de más recursos para lograr su vuelta a la silla de alfiles. Y es que Leonel, más que un político, se ha vuelto un hombre que tiene su carrera política amarrada al viento del marketing, a un grupo que enriqueció de manera inimaginable, y el que ahora pretende entronizarlo de nuevo.

Pero frente al restaurante South Beach, de la 180 y Saint Nicholas, Leonel se topó con una realidad que en sus peores pesadillas no desea. La multitud gritándole, la multitud apegada a viejos principios, la multitud apostada de manera espontánea reclamándole por las bellaquerías que se cometieron en sus periodos gubernamentales.    A su rostro y oídos fueron los epítetos. Le dijeron de todo. No pudo celebrar la conferencia que haría. Tuvo que ser sacado de manera humillante por la parte de atrás. La Policía de Nueva York le había comunicado a los dueños de South Beach que no garantizaba la seguridad del ex Presidente ni de su comitiva, cuyo talante es lo oscuro. Félix Bautista, Díaz Rúa. Frente al restaurante South hubo expresiones fuertes. Chapeadoras, ladrones, y me hizo recordar la suavidad de la justicia de esta media isla.

Leonel y su comitiva de funcionarios fueron por lana a Nueva York y salieron trasquilados. La humillación a que fue sometido, de seguro la recordará cuando venga de retorno en primera clase en su avión junto a su comitiva de millonarios. Los dominicanos de Nueva York volverán a trabajar a sus lugares humildes, mientras Leonel venga a vivir sin preocupaciones a su lujo: a un país que ya no reclama, que ya no se asombra, y que se ha asomado al abismo de la historia.

Loor a dominicanos del Alto Manhattan, a los que verdaderamente hacen lo que nunca se ha hecho: enrostrarle a un ex presidente sus atrocidades, sus bellaquerías. No todo se ha perdido: desde el frío nos dan el ejemplo, los dominicanos de Nueva York alzan la voz, estremecen las pocas conciencias en que la honestidad aún tiene cabida.

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