SANTO DOMINGO.- Tristes espectáculos de antidemocracia caracterizan al Partido Revolucionario Dominicano. Su credibilidad pública se reduce cada día más, por la incapacidad de diálogo y de decencia entre sus dirigentes.
Los incidentes que matizaron su convención de este domingo reafirma la creencia de que el PRD no merece llegar al poder, al contrario se ha ganado la repulsa colectiva.
Es triste ver cómo Miguel Vargas se aferra a la presidencia del PRD como único mérito para ser el candidato presidencial en 2016, inclusive sin contar con el apoyo mayoritario de los perredeístas.
También es triste ver cómo dirigentes de la talla de Hipólito Mejía, Milagros Ortiz Bosch y otros han dejado tantos años de militancia y de lucha para trillar otro camino, permitiendo que el PRD se destroce en pedazos.
La historia, sin dudas, les cobrará sus actuaciones.
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