La paradoja de un pueblo conformista, con conciencia simulada
SANTO DOMINGO.- Se nos hizo difícil descifran las elocuentes palabras de aquel gran ilusionista que, de un modo u otro, nos dejó atónitos por largos años, anestesiándonos con su diosingracia manera de decir que todo estaba mal, que iba para peor, pero no era de preocuparse, porque ellos, lo de arriba, abrazaban las almohadas de la avaricia, y de zapatitos de charol, a zapatillas de cristal, entonces las vidas de aquellos hombres de pueblo, cambio, dirigidos por un manual que, clavado en la conciencia de su desprecio, los vuelve inconcientes, los hace mirar solo hacia arriba, y olvidarse de los origines que le vieron lamer, arrastrar y sacudir el polvo que les formo.
ES INÚTIL SENTIR LO QUE SENTIMOS CUANDO QUEREMOS REACCIONAR ANTE LO DESCONOCIDO. ¿QUÉ DESCONOCEMOS? LA VERDAD. LA VERDAD DE QUE LO QUE SON ES GRACIAS A NOSOTROS, Y DE SER NOSOTROS, SERIAMOS COMO ELLOS, PORQUE DESPUES DE TODO, ELLOS SALIERON DE NOSOTROS MISMOS, NO LLEGARON DE OTRO PLANETA A IMPLANTAR SU LEY.
Hoy, largo tiempo después, es justo lo que puedo entender de sus palabras, era, lo que muchos conocen como, psicológica invertida, paradójicamente hablando, la medida de lo inmedible, sacudimos el conciente para despertar al subconsciente y atraparnos a nosotros mismos en aquella ilusión, el gran ignotista volvía una y otra, y otra vez con aquellos discursos tan vacíos, llenos solo de dudas, pero, irónicamente, nunca nadie se levanto para decir, no, así no es. Y se hicieron cada vez más frecuentes, al grado que su gestión parecía una eterna campaña, pero, por suerte, llego a su final, recuerdo cuando lloró en su primera soledad del poder, casi me convence, si no es que lo hizo por tanto tiempo.
Pero la chepa de la historia se repitió, muchos lo pusieron en duda, me agrego, pero no, estaba de regreso, y celebrando. No se cual es la posibilidad de una en un billón de acertar los números del loto, pero, ya creo es posible eso de que los rayos caigan dos veces en el mismo lugar, y hagan peor daño, luego, cae otra vez más y nos registran en los Guines Record, se preguntan que pasaría si aquella tormenta, que traen los vientos y que soplan traen consigo un rayo más que caiga nuevamente en el mismo lugar, pobre isla de revés, que asemeja una ballena varada en la orilla, perdida por la falta de un sentido tan vital, la orientación, y entonces, aquel pueblo que sigue la ballena anclada, se ancla con ella, no avanza, no regresa, y perece desolado y triste.
Y se marcó la tendencia. El abrazo partido, el saludo a medias, la mascara constante para no salir mal en la foto, las visitas guiadas, los discursos baratos, el manual para el perfecto político hipócrita hizo su agosto y ya, pronto, todos, los que figuraban en los gabinetes lucrativos del poder, adquirían la misma postura, y caminar y reír, del mismo modo aquel, era la moda. Parecían decir, si esto lo llevo, a mi también me puede llevar. Pero no había algo bueno que imitar, más que el clientelismo, la compra de conciencia y propagar a toda costa la ilusión de que todo iba bien, cuando verdaderamente era exactamente lo opuesto.
Y alguien hizo su entrada magistral, los medios de comunicación, pronto, la prostitución estaba a flor de piel, y la pluma bailaba, danzaba y se acostaba con aquellas palabras infieles a la verdad. El agua abundaba por los ríos de la codicia mientras los labios resecos del pueblo, ya no podían disimular su sed, pero ¿qué podíamos hacer? Quizás, acariciar aquel poema. Quizás tragarnos el cuento también, dejarnos llevar, y en aquellas deslumbrantes presentaciones del mal, simulando el bien, enmudecer, para disfrazar las palabras, el pensamiento y sentados como El Pensador en la roca, asimilar el pensamiento, perpetuamente, aplaudir aquellas palabras desconocidas pero bien pronunciadas, que carecían de realidades.
Dormir, juventud. Dormir es el peor castigo cuando se duerme para siempre. Y sentir que quieres, y sentir que puedes, pero no despiertas de tu inercia porque el trabajo esta hecho, ese del lavado cerebrar que nos hicieran. Entonces te conformas con las migajas de pan que suelen caer de la mesa que a su vez caen de la mesa de aquellos que están un poco más arriba en la cadena. Ya comiste tu migaja, toma la gota de agua que te corresponde, pero no la bebas, siéntela y apenas.
Dormir, jóvenes, aun solemos dormir, ver pasar las cosas que pasan y que nada nos importe. Aceptar lo que tenemos como que nada mas podemos tener. Eso que nos dan apenas, es nuestro, completamente. Pero no vale decir por decir lo que ignoramos en la desgracia de estar tan solos, tan aislado, tan vagos en el mundo, tan colgados a la nada, y sujetos a la resonancias de aquellas palabras que repiten y repiten como un rugir de dragón, que asoma su mirada, luego abre su boca, luego, lanza su fuego, y lo devora todo.
Ya, a estas alturas, todos son iguales, el comején de la corrupción escalo hasta el tronco más duro, y la justicia se le vio caer de la rama que le mecía. Ya no se nos hace difícil descifrar las palabras de los grandes ilusionistas. Más escuelas, bien. Más salud, bien, más oportunidades para los jóvenes, bien. Más, más, más….bien, bien, bien… ¿De qué nos sirve mentir? Solo nos queda al menos la esperanza de que sumando, poco a poco, algún día llenaremos la cubeta tan vacía, y de tanto dormir, joven aun, despertaremos de este letargo que nos trajo, una tiranía, una hipocresía, una ilusión y una esperanza desesperanzada.
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