La hipocresía de los políticos
DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- El jueves pasado se cumplieron 20 años de la muerte del líder del Partido Revolucionario Dominicano José Francisco Peña Gómez.
El escenario fue propicio para que sus seguidores dentro y fuera del PRD y del Partido Revolucionario Moderno hicieran esfuerzos para recordarlo y resaltar sus méritos.
Sin embargo, en la práctica hay una negación total del liderazgo que enarboló Peña Gómez.
El mayor mérito de Peña Gómez fue luchar por la unificación total del PRD y velar por los valores en la sociedad civil.
En el PRM y en el PRD no se comulga con esta prédica, al contrario hay diferencias insalvables que apuestan al distanciamiento total de esas estructuras partidarias.
En el discurso y las propuestas hay un divorcio total de esos partidos y sus líderes con el pensamiento de Peña Gómez.
“Primero la gente” fue un slogan que encarnó el pensamiento ideológico de este gigante de la política dominicana, el mayor líder de masas que recuerde y que vuelva a tener República Dominicana en muchas décadas.
La hipocresía de los dirigentes del PRM y del PRD se puso al desnudo cuando simulaban ser adeptos de su ideología y de su pensamiento.
Peña Gómez jugaba al adecentamiento del ejercicio de la política y nunca al negocio en la política. Renegó siempre del enriquecimiento y de la corrupción, que fueron parte de sus discursos desde la oposición durante largos años.
Peña Gómez es y será siempre una antítesis para las nuevas figuras de nuestra selva partidaria. Será siempre un gigante ante los nuevos líderes que solo añoran acumular poder para apetencias particulares y nunca para el bienestar colectivo, que fue el interés permanente de Peña Gómez.
El fenecido líder pasó a la historia con su humilde “perdón” para sus adversarios acérrimos cuando estaba casi en su lecho de muerte.
Hasta sus enemigos podían contar con la solidaridad de Peña Gómez, quien pensó siempre en el país y nunca en prebendas ni lisonjas para provecho personal.
Si los líderes del PRM y del PRD pensaran en el legado de Peña Gómez, hoy, sin dudas, el país fuera otro. Con mayor educación, seguridad social y beneficios para la colectividad nacional. Inclusive, si los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana pusieran en práctica la enseñanza de su líder Juan Bosch y se adueñaran de muchas de las propuestas de Peña Gómez, República Dominicana, sin dudas, fuera otra. Con más valores y adecentamiento en la política, con mayor educación y seguridad social y con un amplio abanico de medidas que irían a afianzar todo el estamento del Estado.
Pero Peña Gómez está muerto, y sus seguidores solo lo recuerdan en los momentos que conviene políticamente. Sus enseñanzas están en el cofre del olvido, lamentablemente.
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