Imperio de la ley

SANTO DOMINGO.- Nuestro país ha alcanzado logros significativos en diferentes áreas. Está, principalmente, el renglón de la economía, ameritando el reconocimiento de los organismos internacionales. Pero los avances, mayormente en el crecimiento económico, no se han reflejado en una correcta distribución de las riquezas ni en mejoría de  gran parte de la sociedad dominicana.

plumaTodo se ha quedado en números fríos y en proyecciones de las clases directivas de turno.

La preocupación del presidente Danilo Medina es válida en la disminución de la pobreza y en que más dominicanos tengan  acceso a fuentes de empleo y de financiamiento para la productividad.

Una educación de calidad constituye otra preocupación del Jefe del Estado.

Sin embargo, la verdadera revolución que necesita y reclama el país viene por el cumplimiento de las leyes.

Que la vara de la Justicia llegue por igual a todos los dominicanos, sin distinción de jerarquía social.

El Poder Judicial debe rescatar gran parte de la credibilidad perdida, principalmente por la influencia del liderazgo político en la designación de funcionarios judiciales que, muchas veces o casi siempre, actúan bajo el imperio del compromiso ideológico en lugar del mandato de la Constitución y el marco jurídico del país.

No puede continuar la práctica de que los tribunales emitan sentencias de acuerdo al estatus social de los implicados, no importa la naturaleza del delito.

La democracia dominicana se consolidará cuando toda la población sienta temor a la Justicia y cuando cada quien purgue la culpa de su responsabilidad dependiendo el delito.

Ningún funcionario o ex funcionario, dirigente político o allegado de la clase partidaria debe sentirse por encima de las instituciones ni de los responsables de hacer cumplir el ordenamiento jurídico.

Sólo hasta que el país se instaure la misión sagrada del imperio de la ley, entonces, ciertamente, se trillará el real camino hacia la institucionalidad democrática y la preservación de los derechos humanos de cada dominicano.

Mientras tanto, la sociedad dominicana continuará dominada bajo el imperio del salvajismo y de la malsana influencia partidaria, que al paso de los años han servido solo para frenar el real progreso económico, social e institucional del país.

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