DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Nadie oculta la tensión que caracteriza las labore del Congreso Nacional. La normalidad no es la acostumbrada, mientras la enemistad se evidencia entre muchos legisladores por la cuestión de una reforma de la Constitución.
La división es palpable, hasta el grado de que los simpatizantes del continuismo del presidente Danilo Medina y los que siguen al expresidente Leonel Fernández no esconden ningún escrúpulo para pisotear la disciplina que prevalecía en el Partido de la Liberación Dominicana.
El Congreso se ha convertido en un ring para que los promotores de la modificación de la Constitución se sientan con el total derecho para descreditar a sus compañeros de partido, pero igual postura han asumido los atrincherados en la causa de la defensa de la Constitución que enarbola el expresidente Fernández.
La diferencia entre los denominados “danilistas” y “leonelistas” desborda ya el nivel de la prudencia. Los dos líderes de PLD que son actualmente Danilo Medina y Leonel Fernández no debieron permitir que este instrumento de la democracia cayera en un descrédito ante la sociedad.
Las rivalidades por la reforma de la Constitución, ya sea para habilitar política a Medina o para abrir la puerta para otra repostulación en los comicios de 2020, han muestro al desnudo la necesidad de un clima de respeto a lo interno de las fuerzas políticas y la urgencia de adecentar el ejercicio de la política.
La reforma constitucional no puede verse solo como un asunto para beneficiar a un presidente de turno en una coyuntura determinada. Este proceso debe envolver a los segmentos vivos de la sociedad en temas puntuales que favorezcan a la colectividad nacional.
La habilitación política o no del presidente Medina es un tema exclusivo de la estructura partidaria en el PLD. El país no puede ser arrastrado a una incertidumbre permanente y de preocupaciones dañinas a la institucionalidad por una cuestión de definición de la candidatura presidencial de esa organización para mayo de 2020.
Las heridas abiertas entre los diputados y los sectores que dominan Medina y Leonel dentro del PLD no podrán cerrarse, aunque estos líderes exhiban poses acomodadas a coyunturas inmediatas. La desconfianza es notoria entre el liderazgo de los bandos en disputa por el control y las candidaturas para el Palacio Nacional, el Congreso Nacional y las alcaldías.
El país, sin embargo, observa lo poco que se ha avanzado en materia institucional por crisis políticas que pueden ser canalizadas a lo interno de cada partido, en este caso en las propias filas del PLD. Los dominicanos no merecemos vivir episodios que nos desnudan en la cara nuestro subdesarrollo.
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