El PRM y su democracia interna (editorial)

DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Son inexplicables muchas de las situaciones que ocurren en los partidos políticos.

No es posible que los partidos sean el principal sostén de la institucionalidad y de la democracia y en su interior existan violaciones permanentes a estas normas tan vitales para la convivencia ciudadana.

Estos juicios vienen a colación porque no se tiene ninguna justificación para que los grupos que merodean en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) quieran castrar las aspiraciones de alrededor 40 mil aspirantes que se inscribieron para participar en su convención de febrero venidero, con la única finalidad de imponer protegidos del expresidente Hipólito Mejía y Luis Abinader.

plumaEl senador por la provincia Puerto Plata, José Ignacio Paliza, y Carolina Mejía, hija del expresidente Mejía, serían los postulados para ocupar la presidencia y la secretaría general de PRM mediante un acuerdo, lo que impediría que otros dirigentes que reconocida solvencia política y moral no puedan ver canalizadas sus aspiraciones en un proceso libre y transparente.

De ahí viene precisamente el interés reducido o casi inexistente de los partidos en aprobar la ley de partidos, ya que esta legislación obligaría a las autoridades de esas organizaciones a ajustarse a la supervisión de la Junta Central Electoral y así se eliminaría el “poder del dedo”, que siempre ha predominado entre los líderes para incrementar sus apetencias.

De castrarse el voto universal en el PRM vendría a ser un duro golpe a su estructura interna, lo que vendría a demostrar que entre esa organización  y el Partido Revolucionario Dominicano nunca ha existido diferencias, sino que por el contrario se han reeditadas las prácticas antidemocráticas que solo lesionan la institucionalidad partidaria y alejan las posibilidades de que jóvenes con talento reconocido puedan ascender a las esferas altas de su estructura.

Cada dirigente dentro de PRM y de las demás fuerzas políticas merece ascender de acuerdo a sus méritos propios y de su trayectoria con un trabajo consistente, pero nunca bajo acuerdos de aposto que han venido a resquebrajar la democracia de los partidos.

Es una lástima que el PRM reedite circunstancias frustrantes que fueron acumuladas en el PRD y en otros partidos, cuando se aboga por el respeto a la democracia fuera de su litoral solo por conveniencias coyunturales y por “poses” mezquinas de su dirigencia, cuando en realidad en su interior se acuñan prácticas dictatoriales y dañinas para el sostenimiento de la democracia del país.

El PRM está obligado a celebrar en febrero una convención que llene las expectativas no solo de si militancia y dirigencia, sino también de toda la sociedad, mediante la participación activa de su colectividad y del respeto de los resultados.

“Quien ganó, ganó”, debe ser la consigna idónea, nunca imponer “favoritos” del expresidente Hipólito Mejía o de Luis Abinader, quienes parecen cosechar la creencia de que ese partido sería una herencia ganada por su desprendimiento de las filas del PRD, cuando en realidad ese partido debe constituirse en un patrimonio de la democracia y de la ciudadanía que hasta ahora ha simpatizado con su ideología y aún le mantiene la confianza de opción de poder para un venidero proceso electoral.

 

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