SANTO DOMINGO.- Quien escucha hablar a Miguel Vargas Maldonado, presidente del Partido Revolucionario Dominicano, sobre las perspectivas futuras de esa organización se cree vivir en otro planeta. Es decir, pocos en este país asumen como válido ese optimismo que quiere vender el reelecto presidente de los perredeístas de que ese conglomerado podría tener alguna oportunidad de convertirse en una opción de poder para los comicios de 2016.
Partiendo de los propios datos arrojados por el padrón actual del PRD, su matrícula se ha reducido en más de un 60 por ciento, ya que anteriormente superaba el millón 500 mil a nivel nacional, y apenas en la convención del domingo aparecieron 538 mil perredeístas. De esa cantidad sólo votaron 233 mil miembros, de los cuales presuntamente Miguel Vargas logró 189 mil sufragios, para el 87 por ciento por encima de lo obtenido por Guido Gómez Mazara, su principal competidor.
El desgarramiento progresivo que sufre el PRD no le permite ninguna posibilidad de maniobra para aglutinar un proyecto presidencial que sea creíble. Muchos de los principales dirigentes de ese agrupación no esconden su descontento y han preferido mantenerse al margen del activismo, mientras que otros han cerrado filas en el denominado movimiento Convergencia.
¿Cómo será posible convencer a la población no perredeísta a enrolarse en un proyecto presidencial encabezado por Vargas? Ciertamente que no hay posibilidad alguna de que los ciudadanos pensantes puedan entusiasmarse a votar por el PRD cuando sus principales dirigentes y líderes no han tenido la capacidad de enterarse entre ellos mediante un diálogo franco.
La convención del domingo ha agrietado más las heridas que existe entre la militancia del PRD, no dejando brecha a que Vargas pueda ser el ente de equilibrio para que esta organización pueda reunir la fuerza electoral necesaria para derrotar al Partido de la Liberación Dominicana, mucho menor si su candidato presidencial fuera Leonel Fernández.
El optimismo de Vargas no pasará de ser una mera quimera, perdiendo el PRD cada día la credibilidad ante el electorado y al paso de los años verá reducir su matrícula hasta convertirse, ojalá no fallar en este pronóstico, en un simple partido del sistema.
Se verá una estampida considerable de figuras importantes del PRD al bando que hoy lideran el expresidente Hipólito Mejía y Luis Abinader en el nuevo Partido Revolucionario Mayoritario, mientras Miguel Vargas y sus adeptos tendrán un círculo más cerrado en la incidencia nacional, conduciendo a ese partido histórico a una humillante derrota electoral.
Los resultados están ahí, sólo hay que esperar el desenlace.
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