SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La Junta Central Electoral siempre ha sido foco de conflictos y rivalidades.
Este organismo ha arrastrado este mal desde 1996 cuando fue acordado que allegados a partidos políticos puedan ser miembros.
Los temores sobre la imparcialidad de sus integrantes han sido permanentes y crecientes.
El consenso y el diálogo en torno a la Junta sólo han beneficiado a los partidos con mayor influencia en los estamentos de poder.
Ahora el Senado está inmerso en la conformación de la nueva Junta, pero existen escarceos sobre quiénes podrían ser bendecidos con la simpatía colectiva.
Julio César Castaños Guzmán, expresidente de la JCE y actual vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia, parece ser una figura de consenso para los partidos, pero otros propuestos despiertan desconfianza, como el dirigente perredeísta Henry Mejía y Freddy Bolívar Almonte, quienes fueron miembros de la Cámara de Cuentas y tuvieron que renuncian tras acusación por parte de la Cámara de Diputados.
Otra objetada por el Partido Revolucionario Moderno lo es Carmen Imbert Brugal, por haber apoyado la reelección del presidente Danilo Medina en los comicios del 20 de mayo pasado.
Entonces, urge por la mediación de monseñor Agripino Núñez Collado para que los partidos decidan ponderar a figuras apartidistas en el seno de la Junta para eliminar los temores propios de las apetencias del poder.
Castaños Guzmán podría ser el presidente idóneo para enrumbar a la Junta por el camino de la credibilidad y el rescate de la confianza perdida tras los resultados de los pasados comicios presidenciales, congresionales y municipales.
Hay que acordar un mecanismo que facilite que la Junta deje de ser fuente de conflictos y de rivalidades, ya que además de administrador el proceso electoral, esta institución tiene bajo su responsabilidad todo lo que tiene que ver con el registro civil y la identidad de los ciudadanos, que son dos tareas vitales para el mantenimiento de la soberanía nacional y el fortalecimiento de la democracia.
El camino en torno a la integración de la nueva JCE conduce al consenso y el diálogo, totalmente desprendidos de los intereses partidarios y por el bien de la colectividad nacional. Es lo prudente.
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