SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En cuatro ocasiones el Colegio Médico Dominicano ha paralizado los servicios en los hospitales del Estado.
La primera vez ocurrió en la región Este, posteriormente en la zona Norte y Sur. La semana pasada se produjo la huelga en los hospitales del Estado por un periodo de 24 horas. El miércoles y jueves de esta semana la paralización se materializó a nivel nacional. Los afectados, como siempre, los pacientes pobres que están obligados a acudir a los centros estatales en procura de recuperar la salud.
Las demandas de los galenos están claras: reajuste de sueldos, equipamientos de los hospitales, pensiones dignas y el 5 por ciento del Producto Interno Bruto para el sector salud.
Lo cierto es que urge por un acercamiento entre el Gobierno y el Colegio Médico. Sin embargo, no es viable la respuesta del presidente Danilo Medina sobre estos paros escalonados y generales en los hospitales.
Es decir, que mientras los médicos mantengan su actitud de suspender los servicios, entonces el Presidente no se reunirá con el gremio.
Lo conveniente es que el gobernante escuche sus demandas y explore posibilidades de diálogo, evitando así que el Colegio Médico radicalice su jornada de lucha y se haga difícil un entendimiento por los métodos civilizados.
Una negación a hablar en un ambiente de total distensión es lo más saludable, tanto para el Gobierno y el Colegio Médico.
Sin embargo, hay que reconocer que el actual ambiente electoral pudiera contaminar un diálogo desprendido. Ya los médicos son acusados de promover paros con matiz político. Y esto, sin dudas, crea una situación conflictiva que pudiera cerrar las puertas a una reunión entre las autoridades y estos profesionales.
Pero negarse a recibir a los médicos, no es la postura más inteligente de parte del presidente Medina. En tanto los galenos deben dar un compás de espera y canalizar sus exigencias por mejorías justas por los medios institucionales y civilizados.
Hay que abrir la vía para llegar a la mesa del diálogo, nunca promover enfrentamientos innecesarios y situaciones incómodas, que a la larga lesionan a los sectores menos pudientes de la sociedad.
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