Dirección de Aduanas incineran más de 50 millones de unidades de cigarrillos decomisados
DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Más de 50 millones de unidades de cigarrillos comisados por contrabando fueron destruidas este miércoles por la Dirección General de Aduanas (DGA), cumpliendo con las disposiciones legales en este sentido, premisa indicada por igual para los casos de bebidas alcohólicas.
El acto, que fue efectuado en una planta con licencia ambiental para estos fines, lo encabezó el director general de la institución, Enrique A. Ramírez Paniagua, para lo que contó con la colaboración de Philip Morris y la participación de sus ejecutivos.
Las 51 millones 500 mil 197 unidades del producto son el resultado de los comisos realizados en distintas administraciones aduaneras y otros puntos del país, estos últimos como consecuencia de allanamientos e incautaciones ejecutados junto a la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional y procuradores fiscales.
En un breve acto para iniciar la destrucción de los cigarrillos, Ramírez Paniagua reiteró el compromiso de la DGA para combatir el contrabando y el tráfico de ilícitos, en defensa del comercio legal, pero también por la seguridad y salud de la población, pues a veces artículos como el tabaco y el alcohol resultan mezclas de sustancias desconocidas que pueden ser letales.
“El delito no da tregua y nos mantiene alertas, mientras desarrollamos la profunda tarea de transformación de la aduana para alinearla con las mejores del mundo, por eso es tan importante que el esfuerzo sea conjunto, razón que nos lleva a agradecer a Philip Morris el respaldo en estas acciones”, expresó el director general de Aduanas.
De su lado, Roberto Yunén, director general de Philip Morris Dominicana, resaltó: “Reconocemos el impacto positivo que han producido en nuestro mercado las acciones y resultados de la DGA frente al contrabando de cigarrillos” y reiteró la disposición de colaboración con la institución.
Tras este intercambio, Enrique A. Ramírez Paniagua inició simbólicamente la destrucción y posterior quema de la millonaria cantidad del producto, ante un notario y dos auditores que fueron asentando los detalles de la rotura del sello de seguridad y apertura del primer contenedor.
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