Crónica: De Félix Bautista a Francis Ford Coppola

AUTOR: Eloy Alberto Tejera, periodista y escritor

SANTO DOMINGO.- Francis Ford Coppola hubiese estado orgulloso de la escena, y le hubiese recordado a  su amado Marlon Brando, aquel mítico actor de El Padrino:  Una larga fila se hizo de manera ordenada cuando el senador de la República Félix Bautista terminó de ser entrevistado en el Matinal del canal 5, para darle los saludos y para expresarle su solidaridad y los respetos consabidos para la estrella: se había llegado a un acuerdo con dos acusados por aquello del caso de la Sun Land y su lado oscuro. Los economistas Jaime Aristy Escuder y José Alejandro Ayuso se habían retractado. Un respiro para el senador que se ha visto precisado a nadar en un mar de acusaciones de corrupción.

Félix Bautista, senador y dirigente del PLD.
Félix Bautista, senador y dirigente del PLD.

Sentado minutos antes, allí, en un sillón azul, que se distinguía en color y en forma de sus entrevistadores, uno se da cuenta de inmediato de que el hombre Bautista es un tipo menudo, sobre todo cuando se piensa en los grandes casos al que se le asocian: Sobornos en Haití a un Presidente, propietario de bienes valores en miles de millones, y un etcétera vox populi incalculable. (En vivo, se percibe que una cosa en es el hombre y otra el personaje). Evidentemente por la forma, un tanto encorvada, en que se sentaba se intuía que no se sentía como un pez en el agua en el set y ante las cámaras. Pero en el desenvolvimiento y en la mecánica pregunta-respuestas, pasó bien, en ningún momento se observó que una situación embarazosa lo arropara.

Durante toda la entrevista Félix Bautista había estado ejecutando su defensa. Hubo momentos cumbres y que obligaron al aplauso: como cuando dijo que todas las acusaciones que se le hacían se debían a su lealtad hacia el ex presidente Leonel Fernández. Félix movía las manos, sonreía, exponía, casi nunca sin titubear, y de vez en cuando, zigzagueando y eludiendo responder, sobre todo cuando se insistía en saber el monto de su patrimonio. Recordó que entró al Estado con 547 mil pesos y se quedó en 16 millones cuando la acusación del procurador es que posee bienes por valor de más de 3 mil millones de pesos.

Los seguidores que copaban el estudio fueron respetuosos, más allá del aplauso a lo que más llegaron fue al murmullo. Había de todo: hombres, mujeres, gente joven y vieja. Bien vestidos, y vestidos ligeramente, gente de buen gusto, mujeres de buen busto, y sobre todo gente que mostraba una incondicionalidad absoluta hacia aquel hombre que en cierto momento (de elecciones presidenciales) al partido oficialista le hiede.

Su camisa azul contrastaba con el rostro visiblemente oscurecido. En la forma de conducirse demostraba cierta maestría: respondía lo que quería, no se dejaba apresurar por los entrevistados que querían escuchar ciertas respuestas a sus interrogantes. No se inquietaba e iba exponiendo paso a paso.

Con las dos primeras mujeres de la fila se quedó un momento largo. Les estrechó las manos y duró varios segundos mientras las miraba. El habló. Luego ellas hablaron. Intercambiaron ese momento de solidaridad y ternura que se da únicamente cuando los hombres están en desgracia o en situaciones de riesgo.

Atrás aguardaban otros. Esperaban serenos, en calma. No tenían prisa, sabían que él pasaría por allí, llegaría hasta ellos. Pero a diferencia del real Padrino, a él nadie le besaría las manos. Estaría expuesto al estrechón de manos, con los hombres al abrazo, con las mujeres al efusivo y rápido beso.

El estudio del canal 5 al terminar la entrevista seguía lleno. La fidelidad se mantenía además de su discurso, también a su presencia. No cabía un alma más. Más que un legislador, por la cantidad de gente, parecía un Presidente o un candidato con muchas posibilidades de acceder a la primera magistratura.  Desde tempranas horas de la mañana le habían acompañado. Todos estaban atentos a lo que decía, el senador, a sus expresiones, a sus gesticulaciones, y ahora esperaban estrecharle la mano. Il padrone caribeño.

No es raro que esto ocurra en el canal 5, acostumbrado a recibir a candidatos presidenciales que llenan el estudio, los pasillos. En esta ocasión la multitud cumplió su papel: apoyó a su héroe, aplaudió en el momento que consideraba y se movió de manera sigilosa, nada de ruidos, nada de murmullos.

Luego de saludarlos a todos en la fila se desplazó hacia la sala de redacción, y debido a que a cada paso tenía que saludar, el pasillo se hizo largo. Luego ya se quedó a conversar en la Sala de Redacción con dos de los entrevistadores.

Conversaron. El escuchaba atentamente. Ellos escuchaban lo que él les decía. El diálogo duró aproximadamente una hora, y por momentos lucía ameno. Mientras los seguidores seguían impertérritos en la espera, unos hablando por teléfono, otras maquillándose, ninguno comentando la entrevista ni la comparecencia del ilustre entrevistado.

Luego salió de la sala de Redacción, no sin antes ser llevado a saludar a varias personas. Un baño y procedimiento político con las personas que es necesario para no parecer arrogante ni que se está distanciado de las demás personas.

En todo el trayecto, el de la entrevista y en el de las conversaciones fuera de record, Félix quiso demostrar que no es tan gato como lo pintan, y que no rehúye a defenderse como aseguran las malas intencionadas voces, y además que es humano, a pesar de todo.

Afuera también se daba el teatro que merecía el personaje para concluir el periplo. Dos Amet organizaban el tránsito, y se movían apresurados hasta que él saliera. Un carro destartalado fue obligado a moverse para que se movieran dos lujosas yipetas, luego salió él, y una camada de vehículo le siguió.

Aproximadamente eran las 10:00 de la mañana cuando él salió y abordó su yipeta negra, y desapareció a la vista de todos, como se perdió el descolorido personaje Fredo, aquel hombre sin carácter y sin color, que encarna tan magistralmente el fracaso en carne y hueso.

Y un agente hizo la señal, la calle quedó vacía, todo volvía a la posición anterior, incluyendo el personaje de marras, y Coppola, a quien los mafiosos deberían hacerle una estatua en Sicilia a prueba de estiércol de aves, se hubiese sentido orgulloso de todo esto, de la escena que he tratado de narrar, pues la vida, es eso: teatro, teatro.

 

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