¡Con pique….y sin pique!: Señora viuda, no cometa ese gran error en su vida/Autor: Marc Santana
NUEVA YORK, Estados Unidos.- No puedo dejar de mencionar al inicio de este escrito la gran congoja y sorpresa que me produjo la fatal noticia sobre el asesinato del alcalde del municipio Santo Domingo Este, Juan de los Santos. Sin lugar a dudas puedo decir que toda la intriga motivadora de la triple tragedia nos dejo sobrecogido.
Desde este humilde espacio de opinión nos unirnos muy sinceramente al dolor que embarga a todas las familias involucradas que este momento pasan por el pesar derivado de la perdida fatal de sus familiares queridos.
Pero fuera de todo eso y respetando el dolor y conmoción tanto de familiares, amigos y relacionados de los expirados, en este caso también se cumple muy bien el famoso adagio español “El Muerto al hoyo y el vivo al bollo”, pues regularmente cuando alguien muere, los allegados al fallecido por mucho pesar que sientan, han de atender sus asuntos y necesidades, y esto también se aplica para recriminar a quienes se olvidan tan demasiado pronto del muerto.
En política, a las cosas pendientes y urgentes hay que darles prioridad de inmediato, mucho más si se trata de retención de espacios de poder, y a tan solo una semana del fatal suceso, es una tarea un poco cuesta arriba buscar el sustituto de la candidatura de Juan de los Santos, quien en la demarcación electoral de SDE supuestamente contaba con más del 70% del liderazgo peledeista y con preferencias que rondaban el 65% del electorado, lo que le garantizaba un seguro triunfo para un tercer periodo como Alcalde de allí.
No descansa bien en su tumba Juan de los Santos y desde ya la lucha por sustituirlo en esa candidatura se está librando. Los cabildeos para esos fines son llevados alrededor del Comité Político por cerca de media docena de dirigentes peledeístas que se creen con meritos y preferencias, entre ellos, algunos diputados, e incluso hasta la presidenta del Senado, Cristina Lizardo, está aspirando.
Y no es que no respetan la memoria del extinto Alcalde sino que el muerto ya está enterrado y “el show debe continuar”. Se sabe que la demarcación de Santo Domingo Este es vital para otro eventual triunfo del Presidente-candidato y por lo tanto llevar un seguro ganador a esa Alcaldía es de primer orden para el Comité Político, por lo que tienen en sus manos una “papa caliente”.
Como en algunos casos en que funcionarios públicos o candidatos han fallecido en algunas circunstancias se le ha cedido el lugar del muerto a su señora viuda, de la misma manera en este fatídico caso, ya está siendo mencionada la señora viuda de “Juancito Sport”, Berlinesa Franco.
Señora viuda no cometa ese gran error de su vida! Tómese un buen tiempo para llorar y sentir la ausencia fatal de su querido esposo y padre de sus hijos. Usted tiene niños pequeños que la necesitan en gran manera y por mucho tiempo. Nunca jamás les quite ese espacio y tiempo a su lado, ellos no se lo merecen.
Señora viuda, no cometa ese gran error de seguir el juego de la política que muchas veces trae consigo intrigas, descontentos, descredito y desgracias, sus hijos y demás familiares no se lo merecen.
Señora viuda, no tuve el honor de conocer a su esposo ni la conozco a usted, pero es un consejo sabio, tómese tiempo para restaurar su vida nuevamente, cuide su familia, dedíquese y proteja los negocios y empresas que tantos esfuerzos y hasta la muerte le costó a “Juancito Sport”.
No se deje usar de otros que quieren atraerla con ofertas y ambiciones de poder. Es cierto que quizás pueda usted ganar y convertirse en Alcaldesa de Santo Domingo Este. Tendría Poder, reconocimientos, gente que le siga, tendrá popularidad, pero es cierto que también no tendrá tiempo de calidad para cuidar su amada familia, tendrá más contrarios y enemigos, como es común en política, y entrará en una vorágine que solo le acarreará más conflictos, trasnoches, desconsuelos e hipocresías.
La política es un medio ideal para hacer el bien común a favor del pueblo, pero su práctica hoy en día en nuestro país está desvirtuada de su noble fin.
Solo pregúntese señora viuda si realmente valdría la pena. No cometa ese gran error en su vida, señora viuda.
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