DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- La experiencia sobre el manejo interno de la Cámara de Cuentas ha sido muy desagradable para el país en los últimos años.
La sociedad solo registra un balance negativo en los resultados del trabajo de los anteriores funcionarios de ese organismo fiscalizador.
La principal causa de la desconfianza ganada por la Cámara de Cuentas ha venido por el matiz politiquero que ha predominado en el ejercicio de sus responsabilidades.
Inclusive, hay que recordar que en una ocasión hubo la obligación de someter a un juicio político a los integrantes de esa institución, lo que solo ha servido para minar la credibilidad en ese organismo.
Ahora corresponde a los nuevos miembros encabezados por Janel Andrés Ramírez rescatar la mala imagen acumulada por años en la Cámara de Cuentas. Igual compromiso compete a los integrantes Elsa María Cataño Ramírez, Tomasina Tolentino, Mario Arturo Fernández Burgos y Elsa María Peña Peña, al ser designados por el Senado en el marco de su responsabilidad constitucional.
El trabajo que aguarda por dentro es muy arduo y extenso, pero hay que pensar solo en la institucionalidad y en el cumplimiento de la ley.
El norte de la nueva Cámara de Cuentas debe estar iluminado por la transparencia y su actuación al margen de cualquier compromiso político y por amiguismo.
Los resultados del trabajo eficiente es lo único que puede contribuir a que este órgano recupere la confianza de la sociedad, con auditorías de alta calidad profesional y con expedientes –en caso de ser necesarios- que sean tramitados ante las autoridades judiciales si se detectan responsabilidades que conducen a los tribunales.
De acuerdo a los primeros pronunciamientos del presidente de la Cámara de Cuentas, hay una visión clara sobre la necesidad de rescatar la imagen de esta institución, con un trabajo que resalte la dignidad humana y con enfoques dirigidos a la transparencia.
En manos de estos nuevos funcionarios está que el país vuelva a confiar en la Cámara de Cuentas o que, en caso contrario, haya que reclamar su salida con desvergüenza y de manera forzosa, de acuerdo a lo estipulado a las leyes del país.
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