Brexit: El divorcio británico con la Unión Europea/Autor: Leonel Fernández
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El aspecto que tal vez más ha incidido para promover el interés de muchos ciudadanos en reconsiderar la relación de sus países con la UE, ha sido el del impacto de la crisis económica global.
Llegué a Londres, la capital del Reino Unido, al día siguiente de la celebración del referéndum en el que el 52 por ciento de los votantes expresó su voluntad para que el país abandonara su condición de miembro pleno de la Unión Europea.
La reacción inmediata fue de desconcierto, perplejidad y confusión. El valor de las acciones de las empresas en la bolsa de valores se desplomaron. Las agencias calificadoras de riesgo inmediatamente degradaron la deuda británica. Se esparció el rumor de que algunos de los bancos instalados en la “City”, el distrito financiero de Londres, se trasladarían a otras ciudades europeas; y a menos de 48 horas después de la celebración de la consulta popular, se habían recogido más de tres millones de firmas solicitando su anulación y la organización de un nuevo proceso consultivo.
En fin, al día siguiente de haberse tomado una de las decisiones políticas más trascendentales de su historia contemporánea, el Reino Unido se hundía en medio del caos y la desorientación.
De repente, el país aparecía fragmentado, tanto en términos territoriales como demográfico. Inglaterra y Gales se inclinaban por abandonar la Unión Europea, mientras que Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar, apostaban por su permanencia.
Los de 50 años de edad en adelante se sentían euroescépticos, mientas que los más jóvenes se manifestaban más proclives a un mundo en el que su país se integraba a otras 27 naciones europeas en un mercado único, que implicaba libertad de movimientos de bienes, servicios, capital y fuerza laboral.
RAZONES PARA UNA RUPTURA
Desde hacía tres años, esto es, desde el 2013, el primer ministro británico David Cameron se había comprometido a que, en caso de salir victorioso en su campaña reeleccionista del 2015, convocaría a la realización de un referéndum, a los fines de definir el futuro de las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea.
Había un sector dentro del Partido Conservador que quería reconsiderar los vínculos del país con el organismo regional, y como para Cameron era vital lograr la unidad de su partido con miras al próximo certamen electoral, decidió complacerles con el compromiso de convocar a un referéndum.
Pero, además, estaba la preocupación y la aprehensión de un segmento importante de la población con respecto a la migración, el empleo, los salarios y la seguridad, y el avance de grupos de extrema derecha, como el Partido de la Independencia del Reino Unido, que cada vez iba concitando mayor apoyo en detrimento de las dos fuerzas políticas tradicionales del país: el Partido Conservador y el Partido Laborista.
En el fondo, había también un malestar de tipo político que no había encontrado una respuesta satisfactoria para todos los sectores de la vida nacional.
Se trata de que al haber suscrito el Tratado de Maastricht y haberse integrado plenamente como miembro de la Unión Europea, el Reino Unido, como los demás países de la región, habían renunciado a su soberanía nacional en favor de una entidad supranacional, que es la Unión Europea.
Al hacerlo así, muchas decisiones políticas que tradicionalmente habían sido adoptadas por los Estados nacionales, pasaron a ser de la competencia de la Comisión Europea, uno de los tres principales órganos de la entidad supranacional, conjuntamente con el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo.
La reacción adversa de algunos Estados miembros, así como de los movimientos de ultraderecha europeos, radica en el carácter compulsivo de algunas de las decisiones de la Comisión, como, por ejemplo, el de establecer cuotas para recibir a los refugiados de Siria, o en trazar las reglas en aspectos tan particulares como el transporte, el medio ambiente y el derecho de los consumidores.
Pero el aspecto que tal vez más ha incidido en los últimos tiempos para promover el interés de muchos ciudadanos en reconsiderar la relación de sus países con la Unión Europea, ha sido el del impacto de la crisis económica global.
Para Europa, esa crisis ha implicado un trastorno monetario con respecto al euro, un aumento del déficit fiscal, y por vía de consecuencia, un aumento de la deuda pública.
Pero, al mismo tiempo, y debido fundamentalmente a la aplicación de políticas de austeridad, ha habido un estancamiento en el crecimiento, un incremento del desempleo, bajos salarios y desigualdad social, todo lo cual ha provocado el descontento popular en varias naciones europeas.
En el caso particular del Reino Unido, todo eso, inclusive, estuvo precedido de una relación particular, que ha sido calificada como de excepcionalismo cultural, en la que el país nunca se sintió en plena armonía con el organismo de integración regional.
CONSECUENCIAS DE LA RUPTURA
Antes de convocar a la celebración del referéndum, el primer ministro David Cameron procuró negociar con la Unión Europea mejores términos en la relación con su país.
Lo hizo en relación con la gobernanza económica, la competitividad, la soberanía y los derechos económicos y sociales de los inmigrantes intracomunitarios, con lo cual aspiraba a establecer un estatus especial del Reino Unido con la Unión Europea. Esa negociación la hizo Cameron con un doble propósito. Primero, mostrar a sus conciudadanos británicos que realizaba todo el esfuerzo por aplacar sus ansias y aprehensiones con relación a la condición de miembro de la Unión Europea; y en segundo lugar, para presionar a la propia organización europeísta a ceder en sus planteamientos, ante la circunstancia de que de no hacerlo, se tomaba el riesgo de no salir airoso en el futuro referéndum.
La estrategia de Cameron sólo tuvo una debilidad: no tomó en consideración el alto riesgo de una posible derrota, que implicara el abandono del Reino Unido a la más enriquecedora experiencia en la historia de la humanidad de cooperación, integración, derechos, libertades y cohesión social: la Unión Europea.
Como consecuencia inmediata de los resultados del recién efectuado referéndum, el propio David Cameron ha anunciado su renuncia como Primer Ministro del Reino Unido, lo cual se hará efectivo en octubre de este año.
De igual manera, la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha suscitado una crisis dentro de las filas del principal partido de oposición, el Partido Laborista, en el cual se exige la renuncia de su secretario general, Jeremy Corbyn, por presuntamente no haber hecho una campaña convincente en favor de la permanencia británica en la organización representativa de la integración europea.
Boris Johnson, el exalcalde de Londres, que se veía como el próximo primer ministro británico, al haber sido, junto a Neil Farrage, del Partido Independiente, el principal vocero del proyecto de salida de la Unión Europea, ha visto sus aspiraciones desvanecerse por conflictos dentro de su propia facción del Partido Conservador.
Pero donde la decisión en favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha causado mayores estragos es en la economía del país, su unidad territorial, su rol en el área de la defensa y su nuevo papel en la escena internacional.
Al abandonar al organismo de integración europea, el Reino Unido puso en riesgo su prosperidad, ya que sustrajo de la región el 20 por ciento de su economía, la segunda más importante del bloque, luego de Alemania.
Dejó en la incertidumbre su comercio con las demás naciones del área, a las cuáles dirige el 50 por ciento de sus exportaciones, para un mercado de más de 500 millones de potenciales consumidores.
Dejó en el desamparo a Escocia, que no desea abandonar su condición de europeísta, y a Irlanda del Norte, que al tener frontera con la República de Irlanda, se convertirá, a partir de la decisión tomada, en el muro que separa a Europa del territorio británico.
Dejó en la confusión a los trabajadores británicos, que ahora no saben si pueden trasladarse libremente a otros países de la región en busca de empleos u oportunidades de negocios e inversión.
Al haber incoado una acción de divorcio con la Unión Europea, el Reino Unido, que dispone de armamentos nucleares y es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del G-7 y del G-20, disminuye su estatura como potencial mundial.
Por lo menos, ese es el ambiente que se respira en Londres, donde por fortuna pude estar presente, para de esa manera ser testigo de excepción.
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