Artículo: Viviendo del bulto/Autora: Talyam Vásquez
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Para nosotros, como dominicanos, la palabra bulto tiene varias acepciones. Con el término nos referimos a equipaje, maleta, o cartera, de gran tamaño, y en una connotación muy nuestra al que vive de las apariencias, le llamamos bultero o bultera, según el sexo que acuse el protagonista.
Vivir del bulto, para algunos, es un modo de vida que va de la mano con la doble moral; por ejemplo, critica al gobierno, pero se beneficia de las oportunidades que ofrece. Con tráfico de influencias y artimañas obtiene una beca para estudios en el extranjero, un empleo y para el que no tiene capacidad, u otro tipo de beneficio, pero advierte que no es político, ni cree en ellos.
En su manejo familiar tiene unos extraños valores, compra condones para el hijo cuando va de viaje y disfruta escuchando las andanzas e historietas de ese joven, pero se sonroja si su hija menciona la palabra sexo.
Se deja arropar por la corrupción en el empleo y se maneja con recursos imposibles de justificar, pero pretende imponer normas de conductas a sabiendas de que quienes conocen sus fechorías se burlan cuando lo escuchan hablando de su “buena educación”.
Vivir del bulto es muy fácil para aquellos que están rodeados de personas decentes, que evitan decirles la verdad que se merece en su cara. Sin embargo, como señala el refranero popular, “lo demasiado hasta Dios lo ve”, por eso les digo a las bulteras y los bulteros, que deben tener cuidado no sea que su comportamiento lleve a su entorno al hartazgo y les suministren en un momento dado su dosis de ubicatex.
Y como bien dice una compañera, al que le sirva el sombrero que se lo ponga, y si no, que se ponga el turbante.
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