Artículo: El funcionario burócrata y su conducta ritualista/Autora: Talyam Vásquez
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Desde mi inicio en la administración pública me he considerado una gran amante de la burocracia y la institucionalización, pues ambas son herramientas que permiten el progreso de las instituciones y la consecución de metas puntuales.
Ahora bien, soy totalmente opuesta a las actuaciones basadas en un falso interés por promover el bienestar institucional, obstaculizando y tirando por la borda, los esfuerzos de los gobiernos, por adecentar y agilizar las Instituciones.
Me refiero a las que observa el funcionario burócrata dominicano, el cual, sin un mínimo conocimiento, de lo que es la burocracia, la malinterpreta y se esconde tras ella, para frustrar los sueños de los que creen en una mejor República Dominicana, dando al traste con sus expectativas ante una gestión emprendida.
En mi afán por buscar respuestas a las situaciones incomprendidas y cumpliendo con los designios de la vida, me he dejado tocar por la sociología, como ciencia, lo que me ha permitido conocer a éste individuo al que llamo el funcionario burócrata, que no es más que, un desviado dentro de nuestra sociedad, que no cumple con las expectativas que, sobre él, tiene el consenso, observando una conducta ritualista.
El ritualismo, según el estudio del sociólogo Robert K. Merton, forma parte de los tipos de conductas desviadas que obtuvo, luego de analizar la teoría de la Anomia de Durkheim. En este tipo de conducta, el individuo acepta el método, pero rechaza la meta, es decir, cumple todos los pasos que exige el proceso, pero, no es capaz de llegar a la meta que le requiere la entidad.
Sin embargo, esto no sucedería si ese funcionario hubiese tenido una socialización anticipatoria, pues, estaría preparado para asumir sus funciones y cumplir todos los requerimientos de la gestión encomendada. No obstante, los males de la administración pública son observables a simple vista, basta con que el interesado en subsanar comience a mirar a su alrededor y verá, en su propia institución, aquellas conductas ritualistas, y dañinas, que entorpecen el ejercicio, del más elemental, de los derechos ciudadanos, lo que debemos corregir a la mayor brevedad, pues, ya nos aconseja el proverbio chino, antes de cambiar el mundo, da tres vueltas a tu casa.
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