DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- El domingo constituye un día muy especial para la democracia dominicana.
La cita de acudir a las urnas y votar por los candidatos a las alcaldías de las preferencias de cada quien y de cualquier partido representa un compromiso ineludible, que los dominicanos deben valor en justa dimensión.
Hay que votar, sin embargo, con plena conciencia de la calidad humana, profesional y política de los aspirantes que gozarán de las simpatías de los sufragantes.
Se recomienda cabeza fría y total paciencia para que los ciudadanos puedan delimitar las pasiones políticas del interés nacional.
Deben ser escogidas las mejores autoridades municipales del paquete de propuestas que ofertan los diferentes partidos reconocidos ante la Junta Central Electoral.
Los ciudadanos que decidan permanecer en sus hogares desisten de sus derechos constitucionales para reclamar y exigir eficientes servicios y respeto de las leyes y la Constitución.
No se puede acudir a votar por los buenos o peores candidatos, sino por los mejores, aquellos que hayan presentado propuestas creíbles y factibles para ser realizadas.
Nadie puede dejarse confundir con demagogia o fantasías propias del carnaval electoral vivido en los últimos meses.
Hay que votar para fortalecer la democracia y el clima institucional. Porque las autoridades a instalarse el 24 de abril se sientan totalmente comprometidas con proyectos que conduzcan al bien colectivo, con el temor de que toda la población sigue sus ejecutorias y serán denunciados los desmanes y también los actos reñidos con las leyes.
Hay que votar porque el país necesita la movilidad ciudadana con acciones caracterizadas por la conciencia colectiva y porque realmente se necesitan cambios en la estructura municipal y en otras esferas del tren gubernamental.
Debe ser obligatorio que cada quien salga de sus hogares con la voluntad firme de desplazarse a sus colegios y sufragar por las mejores propuestas a las alcaldías y los distritos municipales.
Hay que dejar, sin embargo, el corazón y el oportunismo colgados en cualquier rincón de la casa, para dejar que la conciencia actúe y el voto vaya dirigido a los candidatos que puedan llenar las expectativas y representen la voluntad colectiva.
El voto del domingo puede contribuir a adecentar el ejercicio político. Pero, hay que decirlo, una equivocación puede llevar al país a un precipicio.
Hay que votar, se insiste de manera sistemática, con una plena conciencia ciudadana. Así lo reclama nuestra democracia.
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