DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Las elecciones municipales del próximo mes no deben asimilarse exclusivamente como una competencia por cargos electivos. Ni por la supremacía de algún partido por intereses políticos.
El proceso electoral venidero tiene ribetes de gran envergadura para la democracia y para la institucionalidad del país.
Está en juego la credibilidad de la Junta Central Electoral y de los partidos políticos, lo que les permitirá recuperar la confianza en sus legalidades y en sus incidencias en el orden institucional.
Hay un compromiso con la democracia en el que debe tener plena conciencia las autoridades gubernamentales, las esferas políticas, los sectores económicos y hasta la sociedad en su conjunto.
No se puede jugar a una crisis político-electoral que ponga en peligro las elecciones presidenciales de mayo.
La Junta Central Electoral debe asumir con gran responsabilidad que el proceso sea totalmente transparencia y cuyos resultados se inscriban dentro de la voluntad popular.
Los partidos, de su lado, están obligados en que sus seguidores y los ciudadanos tengan la real voluntad de acudir a las votaciones de febrero, conscientes de que los responsables que provengan de las urnas reflejan su total voluntad y no haya alteraciones por parte de influencias partidarias que lesionen la credibilidad democrática.
Las elecciones municipales representan el primer escenario para que los dominicanos entendamos que en el juego democrático hay ganadores y perdedores, en un marco de respeto de la dignidad y de la institucionalidad.
Una crisis política, a partir de los resultados de los comicios municipales, puede conducir a este país a un vacío peligroso, en el cual nadie podría declararse victorioso.
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