DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Tiene mucha razón el presidente de Haití, Jovenel Moise, de que su responsabilidad es velar por el bienestar de sus ciudadanías y resguardar la soberanía del vecino país.
Su reacción viene al hecho de que desde República Dominicana se propugna por la construcción de un muro en toda la frontera para frenar una estampida de indocumentados en caso de agravarse más la inestabilidad política, social y económica en la vecina nación.
El propio Moise ha advertido que Haití resulta ingobernable.
La realidad obliga a que las autoridades dominicanas y haitianas no asuman con irresponsabilidad la situación que viven los haitianos.
La problemática obliga a que ambos gobiernos definan planes que contribuyan al bienestar colectiva y así evitarse que los haitianos tengan que emigrar hacia el territorio dominicano conminados por la hambruna y el peligro por la crisis política.
Se ha anunciado que el Ministerio de Defensa, con la colaboración de la Dirección de Aduanas, contempla construir una verja de 17 kilómetros por el lado de Mal Paso, en el municipio de Jimaní, provincia Independencia.
Hay grupos nacionalistas que exigen al Gobierno dominicano una actitud más protagónica frente a la irresponsabilidad de la clase política y dominante en Haití, ante el agravamiento cada más pronunciado de la situación económica, social y política.
República Dominicana debe girar la mirada hacia Haití. Los incidentes matizados con violencia y violación a los derechos humanos no deben ser observados con indiferencia, además de que la permanencia de 8 mil o más efectivos de los cuerpos armados no sería nunca suficientes para evitar que una avalancha considerable de indocumentados decida cruzar la frontera.
El temor a ese éxodo masivo debe asumirse con alto nivel de probabilidad, toda vez que la situación en Haití se convierte cada vez insostenible e incontrolable.
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