SANTO DOMINGO.- El arquitecto Andrés Navarro es de un temperamento tranquilo, pero es dotado de la capacidad necesaria para desempeñar cualquier cargo público, como ha quedado demostrado.
Tuvo buen desempeño como secretario general de la Alcaldía del Distrito Nacional, donde se mostró ser un ente de equilibrio y capaz de realizar una labor digna.
Ahora Navarro ha asumido la responsabilidad de ministro de Relaciones Exteriores, en un momento estelar para el país, precisamente cuando existe el cuestionamiento y las presiones procedentes de organismos internacionales, como el caso de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, que exige la reestructuración de todo el sistema jurídico dominicano para otorgarle la nacionalidad a descendientes de extranjeros en situación migratoria irregular, en su mayoría haitianos.
Sin desdeñar su poca experiencia en el tren diplomático, la verdad es que Navarro ha sabido asumir con gallardía y patriotismo la defensa del país ante la sentencia descabellada de la Corte Interamericana.
Y como canciller ha dejado bien claro que la soberanía nacional es innegociable y la libertad de República Dominicana a establecer y definir su política migratoria, más cuando se trate del asunto delicado de la nacionalidad.
Entonces, pues, el canciller Andrés Navarro merece el apoyo colectivo en su postura de salvaguardar la integridad territorial y de la soberanía nacional.
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