DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- La crisis política e institucional de Venezuela ha despertado la atención de la comunidad internacional.
La confrontación entre el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y de la oposición, con la intromisión de Estados Unidos y países de Europa, obliga a trillar el camino del entendimiento y del diálogo a favor de la paz entre los venezolanos.
En esta dirección ha venido el mensaje del papa Francisco desde Panamá durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.
Una solución justa y pacífica, como ha precisado el Pontífice, no se puede ser descartada en medio de la presión interna y extranjera contra el régimen de Maduro, pero a favor de instaurar una presidencia alterna encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó.
Necesariamente hay que explorar las vías más expeditas que haga renacer la fe entre los venezolanos sobre la viabilidad de instaurar la democracia y facilitar la convivencia sea potable, evitando que los ciudadanos tengan que emigrar por la inestabilidad política y social.
La mediación del Papa, como bien la ha sugerido, puede ser otro escenario potable para que Maduro y sus colaboradores puedan conciliar una concertación con el grupo de la oposición liderado por Guaidó.
La temeridad del Papa sobre un “baño de sangre” en Venezuela debe mover a preocupación, porque las posiciones entre los sectores en pugna han tomado ribetes peligrosos, con un desenlace lamentable para la institucionalidad y la sana convivencia entre los venezolanos.
Maduro se ha abierto al diálogo con Estados Unidos y la oposición. Solo que los temas a discusión deben ser viables y que las posiciones puedan conducir a un diálogo franco y fructífero. De nada sirve ir a una mesa de sordos y de intransigentes.
El Papa Francisco ha trazado una pauta para que en Venezuela pueda retornar la concordia, la paz política y constitucional.
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