DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- La precariedad financiera con que se maneja la Universidad Autónoma de Santo Domingo es un problema del pasado, pero conocida por todos los dominicanos.
No es nada nuevo que la academia del Estado opere con un gran déficit económico, lo que lesiona su operatividad y su funcionalidad con los más altos estándares de calidad.
La UASD no ha tenido el mejor desempeño administrativo ni docente más loable.
Por décadas esta institución pública ha sido manejada como un botín político, con un escenario en el que los partidos miden fuerzas en su correlación ante la sociedad.
Sin embargo, la UASD no ha recibido la mayor de la atención por parte del Estado para adecuarse a las nuevas tecnologías y otros avances que evolucionan en todo el mundo.
La UASD, hay que decirlo con pena y dolor, se ha dejado a mitad del camino en cuanto a la modernización en su calidad de la enseñanza y en la formación de los profesionales que el mercado demanda desde hace años.
Ahora revela la rectora de la academia, Emma Polanco, que la casa de altos estudios se encuentra “devastada”, con una deuda de más de RD$1,500 millones y un déficit de nómina de 77 millones de pesos cada mes.
“El panorama fue tétrico, lo que encontramos fueron muchos compromisos de pagos, muchas deudas. Compromisos nacionales e internacionales, inclusive, con las asociaciones internacionales que son parte de nosotros, y tenían cuatro y cinco años sin pagar la cuota anual”, reveló Polanco, en una visita al director de elCaribe, Osvaldo Santana, y a la directora de CDN, Alba Nely Familia.
Describe, en sus declaraciones a este importante medio de prensa, que “esta situación financiera, según declaró la rectora, dificulta el pago de la energía no cortable, las obligaciones de la institución con la seguridad social (Ley 87-01), los pagos de las retenciones de impuestos sobre la renta, las retenciones a las cooperativas, las retenciones de los aportes de los servidores para los planes familiares de servicios de salud, riesgos laborales y pensiones, entre otras cosas”.
Es decir, que necesariamente la UASD demanda de un gran diálogo interno y por una mayor atención de las autoridades del Estado para impulsar una reorientación y así detener su camino hacia el despeñadero financiero.
Se debe producir el saneamiento de la nómina y de todos los gastos superfluos que implican grandes cargas financieras en áreas no prioritarias.
Hay que motorizar las acciones más urgentes, aunque sean dolorosas, para evitar que la UASD siga drenando recursos en tareas que conducen al despilfarro, alejada cada día de las tecnologías más avanzadas en el mundo de la enseñanza.
El orden debe iniciarse en la UASD, pero los partidos deben “sacar sus manos” de sus entrañas, para que la academia no siga en coma financiera y con un futuro totalmente incierto.
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