(AUTORA: Talyam Vásquez, abogada y politóloga).- Como fanática de la saga Harry Potter he leído los libros varias veces y en una Navidad, de regalo, le pedí a Hana la serie de películas completas; quería pasar 25 de diciembre y 1 de enero tirada en la cama viendo las películas, y así lo hice.
Me gusta internarme por unas horas en ese mundo de fantasías y pensar en ir al caldero chorreante y tomar cerveza de mantequilla junto a estos personajes, imagínense ustedes tener un hipogrifo de mascota… ¡Fantástico!
La serie se trata, en el fondo, del bien y del maly en ella, prevalece lo bueno; pero la negatividad existe, acompaña al enemigo de Harry, y puede ocupar un espacio en nuestras vidas. Qué lector no recuerda a los guardianes de la prisión de Askaban, los dementores.
En la tercera parte de la saga aparecen delante de Harry, en el tren de regreso a Hogwarts, tratando de robarles el alma y los sueños. Son seres despreciables y sombríos que se alimentan de la infelicidad de los magos y muggles, aunque estos no puedan verlos.
No es necesario vivir en el mundo mágico para reconocer la existencia de los dementores, los hay donde quiera, y de todo tipo, sin capas y olores putrefactos; los hay perfumados, y con sacos y corbatas.Viven robando sueños y esperanza, sembrando desconfianza, anteponiendo sus fracasos y frustraciones al éxito de los demás.
No todo es desaliento, el profesor Lupin enseña a Harry a combatir a los dementores a través del hechizo patronus, mediante la evocación de bellos recuerdos, que alejan a estas terribles criaturas. Asimismo, nosotros podemos construir nuestro propio patronus, sin agitar varita mágica; esos ingredientes mágicos los encontramos en nuestra familia, en las ganas de alcanzar nuestros sueños y en la visualización de nuestras metas. La magia se concreta cuando nos convertimos en artífices de nuestras propias vidas, y a través de las recreaciones y evocaciones positivas, creamos un hechizo propio para alejar de nuestro entorno a esos dementores.
Feliz semana.
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