DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Existe una alarma colectiva por el masivo ingreso de haitianos por la frontera, aunque el Ministerio de Defensa insista en negarlo.
La situación ha desbordado los controles que alegan las autoridades haber establecido para salvaguardar la integridad territorial.
La verdad, sin embargo, es otra.
Parece que existe una total invasión de indocumentados procedentes desde Haití, con la complicidad de sectores internos.
Es penoso que ciudadanos se lucren con el tránsito de ilegales por la frontera mediante el cobro de 3 y mil 4 mil pesos, en perjuicio de los valores más elementales de la nación.
No se justifica que el ministro de Defensa, teniente general Rubén Paulino Sem, quiera desmeritar las preocupaciones que prevalecen en la sociedad sobre la masiva migración de haitianos.
Solo hay que recorrer las vías públicas del Distrito Nacional y del interior para uno percatarse de la gravedad del problema.
Más, que cada día es más evidente la cantidad de haitianos involucrados en hechos delictivos, aunque hay otros que ciertamente prestan labores en sectores vitales, como el caso de la construcción.
Sin embargo, la situación obliga que el Estado defina una clara política migratoria, ya que también ha crecido la presencia de venezolanos que huyen de la crisis económica y política de su país, caracterizada por un enfrentamiento entre el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y de la oposición.
Hay que poner un freno a la migración sin control que se observa hay en el país. El éxodo de los haitianos es el más evidente por la facilidad que hay para el cruce de la frontera, ya que una franja divisoria imaginaria es la que divide a Haití y
República Dominicana.
En muchos lugares del país, como el caso de la provincia Santiago, donde los haitianos prácticamente controlan el estilo de vida. Ocurre también en muchas de las provincias de la frontera. Esta realidad no se puede esconder.
Que las Fuerzas Armadas hayan detenido y repatriado a más de 14 mil o 46 mil haitianos en los últimos seis meses es una cantidad insignificante con relación a la fragilidad que hay en la frontera y el negocio que se esconde detrás de ese paso por la zona fronteriza.
El problema conduce a la alarma.
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