¡Hora del cambio!/Julio Vargas

He de decir que algo llamó poderosamente mi atención pues en mi limitado razonamiento no puedo aún explicarme porque luego de dicha reunión y con aproximadamente diez representantes de los medios -entre los que se encontraban los más vistos y respetados- el ministro administrativo de la presidencia, Gustavo Montalvo, decidió ofrecer la información en su twitter oficial y dejar a los periodistas esperando algún dato en franca desidia por el trabajo de un grupo de profesionales.

Para empeorar la ofensa limitarse a suministrar una nota de prensa acompañada de pírricas fotos y vídeos para acallar los posibles  rumores de que de algo no querían hablar.

Mucho se ha dicho de la pobre política de comunicación que emplea la casa de gobierno y ahora sus ministros; es de esperar que se quiera cuidar la información que se ventile por la delicada situación que atraviesa el Partido Oficialista al verse algunos de sus miembros envueltos en el caso de Odebretch, sin embargo, la tendencia de irrespetar a la prensa  se vuelto norma -al parecer- para todos los estamentos del Estado, desde su Ministerio Público hasta el Ministerio Administrativo.

Ningún periodista pone una pistola en la cabeza a una fuente para que responda sus preguntas -tal vez se cree así por la entrevista a Diandino Peña, pero él la acepto y la terminó por voluntad propia- la fuente simplemente puede negarse a responder y en caso de que exista alguna inconformidad por lo publicado finalmente por el periodista siempre existirá el derecho a réplica.

No puedo concebir que en su cuenta de Twitter el Ministro Administrativo de la Presidencia tenga más alcance que los medios de comunicación nacionales por lo que no puedo ver de manera lógica que se prefiera utilizar esta vía para difundir alguna información.

Es inverosímil pensar que algo que pase o haga la presidencia pasará desapercibido por la prensa y por el pueblo en cualquier país, ya que el Gobierno Central es quizá la fuente noticiosa más importe de las cinco o seis fuentes principales del ejercicio periodístico de cualquier nación.

No obstante, mi queja en este caso es para con los mismos medios de comunicación y reporteros que cubrimos dicha fuente que aún así presentamos la información valiéndonos  de los paupérrimos datos que nos ofrecieron con más pena que voluntad, por la misma relevancia que damos a la fuente.

Dicha relevancia que es aprovechada para manipular la forma en la que es presentada la información.

¡Claro! Consciente estoy de que es la posición que cualquier relacionista público o director de comunicaciones de la vieja escuela exigiría que se adopte porque este es un concepto de “Comunicación Corporativa 01”.

Sin embargo, los tiempos cambian y las formas de hacer las cosas también por lo que la forma de hacer diarismo debe cambiar y si bien debemos incluir en nuestra labor el uso de las redes sociales también es cierto que no debemos confundir su rol.

Por eso, es mi queja contra el Colegio Dominicano de Periodistas que nunca -en el tiempo que alcanza mi memoria- se ha pronunciado a favor de los periodistas que se encargan del diarismo y peor aún nunca se ha preocupado por el sano y libre ejercicio de la carrera.

Es hora de que el periodismo dominicano alcance de nuevo la vieja gloria, de que las plumas sean respetadas, de que las preguntas sean contestadas en su momento justo y que las redes sociales sean entendidas.