En el 60 aniversario de Hugo Chávez
Autor: Leonel Fernández
Recientemente se celebró en Venezuela, en el marco del Tercer Congreso del Partido Socialista Unido de ese país, el 60 aniversario del natalicio del presidente Hugo Chávez.
Fue un momento para la reflexión. En el plano personal, conocí a Hugo Chávez en el 1997, cuando nos visitó en el Palacio Nacional, para entrar en contacto con nosotros y comunicarnos su decisión de participar como candidato presidencial en las elecciones que tendrían lugar en su país en diciembre de 1998.
No era la primera vez que visitaba la República Dominicana. Había estado por aquí en diversas otras ocasiones. Por consiguiente, conocía muy bien nuestro país. Tanto así, que se refería, por ejemplo, a barrios como los Los Minas y Villa Duarte, con tal nivel de detalles, que parecía un lugareño.
En su visita a Palacio, conversamos sobre su trayectoria política, sus concepciones, su visión del mundo, de América Latina y de Venezuela; su creciente apoyo popular y sus planes para un eventual gobierno suyo.
Posteriormente, volvimos a encontrarnos para su toma de posesión, como Presidente electo de Venezuela, en febrero de 1999. Durante la ceremonia, me tocó el honor de sentarme al lado del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro. Este, al observar que Chávez, al iniciar su discurso de juramentación, se persignó y besó un crucifijo, me preguntó: “¿Y él es tan religioso?”.
Entonces no tenía la respuesta, pero con el tiempo supe que había sido monaguillo durante su niñez, y que siempre, hasta su último aliento, mantuvo su condición de cristiano. De igual manera, llegué a comprender, que buena parte de su formación, se la debía a sus padres, don Hugo de los Reyes Chávez, y doña Elena Frías, quienes habían sido maestros de escuela primaria, así como a su hermano mayor, Adán Chávez, quien lo introdujo en el mundo de las ideas políticas.
Pero si la genética tiene alguna influencia en el comportamiento humano, también habría que considerar que un tatarabuelo de Hugo Chávez, el coronel Pedro Pérez, había sido jefe guerrillero en la primera mitad del siglo XIX, y un hijo de éste, el general Pérez Delgado, conocido como Maisanta, se había sublevado contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.
La etapa militar
Con esos antecedentes familiares, y de acuerdo con sus propias palabras, sin ningún conocimiento previo de la política, Chávez ingresó, en el 1971, en la Academia Militar del Ejército Nacional de Venezuela, de donde obtendría, cuatro años después, en 1975, el título de licenciado en Ciencias y Artes Militares y el grado de subteniente.
Se destacó como cadete, obteniendo las más altas calificaciones en todos los cursos en que participó. Pero resultó de gran trascendencia en su formación, el hecho de que perteneciera a la primera generación de integrantes del Programa Andrés Bello, en honor al destacado educador, filósofo y poeta venezolano.
En virtud de ese programa, se procuraba desarrollar en los jóvenes aspirantes a oficiales del ejército un conjunto de valores cívicos, entre los cuales se encontraban el sentimiento patriótico y la sensibilidad por la protección y defensa del interés nacional.
Más aún, el programa tenía como meta crear las condiciones para que los jóvenes cadetes pudiesen adquirir la mejor preparación profesional posible, por lo cual se les estimulaba a realizar, al mismo tiempo, carreras universitarias. Hugo Chávez aprovechó esa oportunidad e hizo estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar.
Fue en ese ambiente de incentivo a las ideas y estímulo al sentimiento patriótico, que Chávez empezó a descubrir y a tomar conciencia respecto de quienes se convertirían en sus fuentes de referencia: figuras históricas que defendieron la independencia y la soberanía de sus pueblos, y lucharon por la justicia social.
Entre esas figuras se encuentran, Simón Bolívar, quien no sólo combatió en favor de la ruptura del orden colonial con respecto a España, sino, además, por darle un contenido social al fenómeno de la independencia; Simón Rodríguez, quien fuera un notable educador y filósofo; y el general Ezequiel Zamora, quien defendía la propiedad de la tierra para los campesinos.
Pero, además, en tiempos modernos, concitaron la admiración de Chávez, destacadas personalidades militares, como el general Juan Velasco Alvarado, quien cambió el clásico patrón de los golpes de Estado militares en América Latina, cuando en 1968 produjo un movimiento progresista en el Perú; el general Omar Torrijos, por su ejemplar defensa del canal de Panamá; el general Juan José Torres de Bolivia, por su introducción del concepto de socialismo militar; y el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, por su resistencia a la ocupación militar norteamericana en el 1965, en nuestro país.
La fase política
A principios de los años 80, Chávez y un grupo de compañeros organizan el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, de carácter nacionalista, con lo cual aspiran rendirle homenaje a Simón Bolívar con ocasión del bicentenario de su natalicio.
Una década después, a principios de los 90, el comandante Chávez, junto a un grupo de compañeros oficiales de las Fuerzas Armadas, logran sublevar varias unidades militares, en Caracas, Maracaibo, Valencia y Maracay, con la finalidad de derrocar el gobierno de Carlos Andrés Pérez.
No lo lograron. La sublevación constituyó un fracaso militar, pero se convirtió, al mismo tiempo, en una victoria política. Al asumir la responsabilidad de los hechos, Chávez compareció ante las cámaras de televisión y lanzó lo que él denominó un mensaje bolivariano, afirmando: “Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados… pero el país tiene que enrumbarse hacia un mejor destino”.
Durante los próximos dos años, Chávez guardó prisión en la cárcel de San Francisco de Yare, en el estado de Miranda, hasta que fue puesto en libertad durante el gobierno del presidente Rafael Caldera.
Pero, para comprender esos acontecimientos, es preciso indicar que con la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en el 1958, los principales líderes de los partidos políticos de la época, Acción Democrática, COPEI y URD, firman el llamado Pacto de Punto Fijo, en el cual procuraban alternarse en el ejercicio del poder con exclusión de las fuerzas de izquierda.
Durante más de tres décadas, como resultado de ese pacto, el sistema político democrático de Venezuela funcionó de manera estable, pero su incapacidad para dar solución a las necesidades de los sectores populares y su falta de transparencia fue erosionando su legitimidad.
Fue de esa manera que al iniciar su segundo mandato presidencial, en el 1989, el presidente Carlos Andrés Pérez, al aplicar un conjunto de medidas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el marco de un plan de ajuste estructural, desató lo que se conoce como el Caracazo.
El Caracazo fue una gran protesta popular que marcó la historia contemporánea de Venezuela. A partir de ahí todo cambió. Fue lo que permitió que Hugo Chávez, junto a un grupo de compañeros de armas, intentase rebelarse contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1992, como hemos indicado. Pero fue también lo que finalmente lo condujo a la victoria, seis años más tarde, en el 1998.
Al llegar al poder, apoyado por el Movimiento Quinta República y el Polo Patriótico, Hugo Chávez puso inmediatamente en ejecución su Revolución Bolivariana, que consistía en un movimiento democrático, con amplio contenido social, progresista, solidario y participativo.
En ese contexto, modificó, mediante Asamblea Constituyente, la Constitución de Venezuela de 1961; cambió el nombre al país por el de República Bolivariana de Venezuela; distribuyó tierras públicas a los campesinos; nacionalizó empresas multinacionales; promovió la integración regional e instituyó una amplia política social en favor de los sectores más vulnerables.
Todo eso fue así hasta el golpe de Estado del 2002. A partir de ese momento la Revolución Bolivariana pasó a identificarse con el concepto elaborado por el sociólogo alemán, Heinz Dieterich, de socialismo en el siglo XXI.
El determinar el alcance y consecuencias de ese concepto era uno de los objetivos del recién celebrado Tercer Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aunque en el corto plazo, los desafíos del presidente Nicolás Maduro y de la Revolución Bolivariana se contraigan más a un problema de gobernabilidad, de gestión económica, de seguridad ciudadana y de eficiencia administrativa.
En todo caso, no cabe dudas que uno de los principales aportes de Hugo Chávez a la política progresista contemporánea fue imprimirle sentido de la historia, espíritu de integración y vocación solidaria.
Por eso siempre le recordaremos, con afectos y admiración.
Los comentarios están cerrados.