SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Hay muchas perspectivas para este año nuevo.
Necesariamente los dominicanos debemos prepararnos para las reformas sociales, económicas e institucionales que habrán de producirse, principalmente al margen de la contaminación político-electoral que obstaculiza tanto los cambios que demanda la sociedad.
En este año se hace necesaria la aprobación de la Ley Electoral, que permitirá una mayor regulación institucional de los partidos políticos.
Esta legislación evitará la falta de democracia interna que impera en las fuerzas políticas, en las que se impone la voluntad “arbitraria” del liderazgo del momento o los intereses particulares de determinados grupos.
También la Ley Electoral evitará que el dinero sucio siga permeando la campaña de los partidos. Es decir, que establecerán reglas para propiciar la transparencia.
El país urge en este año por reformas en los aspectos sociales. La población merece una mayor atención de parte del Estado, principalmente en los renglones de la salud y la educación.
Las áreas sanitarias y educativas no sólo deben ser enfocadas como entes de inversión pública, sino que en este 2017 hay que priorizar la calidad humana de los actores y también un nuevo enfoque para mejorar estos servicios.
En el aspecto económico, el Gobierno tiene que garantizar una efectiva redistribución de los logros alcanzados en los últimos años con crecimientos por encima del 6 y 7 por ciento de manera consecutiva. De nada basta presentar números fríos cuando esa dinámica de la economía no se refleja en el bienestar colectivo.
En cuanto a lo político, este año 2017 puede ser el mejor escenario para que nuevas figuras puedan surgir y potenciar el descontento que prevalece en muchos ciudadanos. La desconfianza impera en determinados dirigentes que no han sabido canalizar las insatisfacciones en diferentes renglones del acontecer nacional.
Este año, creemos, que es propicio para el liderazgo nacional pueda propiciar un diálogo franco y descontaminado de los intereses político-partidarios para impulsar las transformaciones adeudadas y acumuladas por décadas, enfocando las acciones y las políticas en una visión de futuro para enfrentar los desafíos latentes que amenaza la colectividad, como el narcotráfico, el crimen organizado, el lavado de activos y la delincuencia. No se pueden quedar la corrupción y la impunidad.
En este año hay que garantizar que los casos de corrupción que se arrastran desde 2016, como los sobornos en la compra de ocho aviones Super Tucano y de Odebrecht, deben ser aclarados y los culpables respondan ante las instancias judiciales, sin importar nombres ni jerarquía social y económica.
El país merece una mejor suerte. Se puede partir desde ahora.
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