SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La Junta Central Electoral no puede ufanarse de total transparencia en las elecciones del pasado domingo.
En muchas coasiones el presidente de ese organismo, Roberto Rosario, había proclamado que los comicios pasados serían los más transparentes de toda la historia del país.
La realidad, sin embargo, ha sido totalmente diferente.
Pocos confían en la labor desempeñada por algunos de los miembros de la Junta y en los resultados ofrecidos hasta el momento.
La institucionalidad ha sufrido un duro golpe con el descrédito que ha arrojado este proceso electoral. La Junta Central Electoral no ha actuado con la total imparcialidad que las circunstancias han exigido. Al contrario, ha actuado torpemente en violación, inclusive, hasta de la Ley Electoral.
Pretender imponer el conteo electrónico al margen de la legislación fue una medida insensata que ha contribuido a crear parte de la desconfianza que hoy tiene la Junta Central Electoral.
No se puede ocultar que las elecciones del domingo fueron un total tollo. Las irregularidades matizaron el proceso desde las primeras horas del domingo.
El descuadre en muchas de las actas es una situación preocupante que sólo puede corregirse con el reconteo de los votos, como exigen al menos seis de los ocho partidos de oposición y parte de los sectores del país.
Por qué se niegan Roberto Rosario y algunos de los miembros de la JCE al reconteo? Sería la única salida viable que se vislumbra ante la crisis política que se avecina, creando un ambiente de total intranquilidad y de debilidad en el sistema democrático del país.
La Junta y los actores políticos están obligados a buscar un mecanismo que facilite la designación de una comisión de honorables de la sociedad para que encabece ese reconteo de los votos, con el compromiso de todos de que serán acatados sin otro menoscabo.
Esa es la vía. Otra, sin embargo, conduce al caos.
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