¿Solidaridad vs dignidad?
(AUTORA: Talyam Vásquez, abogada y politóloga): Hace varios días el presidente Danilo Medina visitó el Vaticano donde se reunió con su Santidad el Papa Francisco, para conversar de varios temas, entre ellos de la migración, especialmente del plan para regular a las personas inscritas irregularmente en el Registro Civil; de políticas sociales y de la relación del Estado con la Iglesia Católica, ocasión aprovechada por el Jefe del Estado para invitar al Pontífice a nuestro país, antes de que concluya su mandato presidencial.
En esa visita también participó en la mesa redonda del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), donde contó su experiencia como Presidente apoyando el desarrollo rural a través de las visitas sorpresas que realiza a las distintas localidades.
Allí el Presidente destacó un aspecto que ha sido reseñado en los distintos medios de comunicación:”la gente que vive de ayudas pierde su autoestima, por eso las políticas sociales deben ser transitorias”. Leí la noticia con un amigo, que me dijo: “eso hace solidaridad, le quita la dignidad a las personas“.
Guardando silencio me retiré y empecé a escribir este artículo. Cuando se instauró el programa Solidaridad me causó preocupación y tuve tal vez una percepción parecida a la de mi amigo.Creí que el programa encadenaría a las personas que se beneficiarían, pues tendrían que apoyar al partido de gobierno para recibir las ayudas. El paso inexorable del tiempo me dio la respuesta a esa preocupación; es gratificante escuchar los testimonios, una experiencia envidiable, y es que Solidaridad está funcionando y a través de sus distintos programas permite a las personas formarse para el mañana, sin tener que recurrir a lo “mal hecho” para alcanzar sus sueños. Solidaridad es un programa que hasta el momento ha demostrado solidez, sus estadísticas hablan por ellas y su objetivo es actuar en beneficio de los más necesitados del país, según la administradora de Subsidios Sociales.
Las políticas sociales, ya sean estatales o internacionales, son positivas y deben ser continuas, pero cíclicas, con un sistema que le permita al gobierno monitorear a los beneficiarios de ellas, de manera que cuando logren superar sus necesidades extremas y se conviertan en autosuficiente, abandonen el programa de ayuda, para que su puesto en él, sea asumido por otro que necesite ese apoyo con más urgencia. De esta forma, la asistencia será más abarcadora y el individuo se esforzará por hacer un uso óptimo de los recursos puestos en sus manos, manteniendo así su dignidad. Al final, eso nos beneficiará a todos, al poder contar con seres humanos íntegros, capaces de entender que con una mano asistencial pueden lograr convertirse en un producto de calidad para beneficio propio, de su familia y por consiguiente de la nación.
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