Y no vuelven jamás
SANTO DOMINGO. (AUTORA: Talyam Vásquez, abogada y politóloga).- Pasaron décadas imponiendo su estilo arbitrario y abusivo, adoptaron el miedo y la amenaza velada como forma de hablar, quisieron imitar al maestro de maestro en una supuesta enseñanza para el pueblo, aunque ellos sabían que tal pretensión era y sigue siendo sacrilegio.
Se sirvieron del trabajo de los obreros, técnicos y profesionales del país, a los que dominaban con el miedo visceral que impusieron como método de vida. No había oportunidad de cuestionamiento, no se replicaba, eso estaba proscrito. Se atrevieron a decir qué comer, qué beber, qué hacer…
Mancillaron todo lo que tocaron: los lugares visitados, el aire que circulaba, las personas y hasta las edificaciones. Su estilo caracterizado por las amenazas, las ofensas, los ataques, el bandolerismo y la coacción se convirtió en el modus vivendi
Todo lo sumieron en un letargo, hondo y profundo. Ahora se mimetizan, se mezclan con los demás para confundir, pero no pueden ocultar por mucho tiempo las viejas mañas y al menor descuido le sale a flote el porte de abusadores.
Sin embargo, todo tiene su “hasta aquí” y ese final llegó. Ya todos los conocemos y estamos hasta el hartazgo de sus inconductas, de sus cucos, de sus actuaciones sin reglas. Los vemos, en los últimos aletazos, en su naufragio irremediable.
Y no vuelven jamás, el mundo evolucionó aborreciendo a los abusadores. Ya ni siquiera recogerán lo que sembraron, se extinguirán en el inmenso mar del olvido, y sus cenizas, sin vigor, ni nutrientes rodarán, por alguna alcantarilla para nunca jamás.
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