DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- Mucha conjetura hay en torno al asesinato del presidente Jovenel Moise.
Lo único cierto y real es que el Mandatario haitiano fue acribillado de doce disparos, uno en la frente como si fuera un vulgar criminal y no el Jefe de Estado de una nación en un sistema democrático.
Desde el miércoles mismo del asesinato, ocurrido a la 1:00 de la madrugada, la mira de las investigaciones giraba en torno a supuestos “mercenarios” colombianos, de los cuales al menos hay seis muertos y otros 18 detenidos junto a dos estadounidenses de origen haitiano.
También ha circulado la versión, lanzada por políticos opositores, de que el presidente Moise habría sido víctima de su propia seguridad.
Bajo estas dos premisas se desenvuelven las investigaciones, cuando el Gobierno interino que encabeza el primer ministro Claude Joseph, clama por la ayuda internacional para determinar quién o quiénes son los autores intelectuales y materiales del crimen contra Moise. O, mejor dicho, contra la democracia en el Haití.
Se especula que sectores del poder económico pudieran estar interesados en la eliminación física del presidente Moise, quien en febrero pasado habría denunciado que familias del área eléctrica financiaban las protestas violentas que matizan a su país con el propósito de entorpecer las reformas que les interesaban a su gestión, incluyendo la convocatoria de un reférendum para modificar la Constitución y celebrar elecciones presidenciales en febrero de 2022.
La viuda de Moise, Martine Moise, confesó en su lecho en un hospital de Miami, tras ser gravemente herida en el ataque armado contra su esposo en su residencia, que los sectores opuestos a los cambios que soñaba el asesinado mandatario haitiano estarían detrás de esa trama.
¿Quién o quiénes son los culpables del magnicidio en Haití?
Las autoridades de turno están obligadas a buscar la verdad y esclarecer los hechos, que se tornan cada día más confusos ante la incredulidad de una población que reclama por Justicia, con la amenaza de escenificar nuevas protestas callejeras para que el hecho delictivo no quede impune.
La comunidad internacional, como bien ha dicho este domingo el presidente Luis Abinader, debe asumir su responsabilidad y un rol más activo frente al descalabro institucional que pudiera conducir a Haití al caos total o un abismo que atente con lo poco que queda en ese país en materia democrática y de respeto de los derechos humanos.
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