DISTRITO NACIONAL, República Dominicana.- El pueblo dominicano no debe olvidar que la República Popular China le tendió las manos cuando la pandemia del coronavirus amenazaba con asfixiarlo. A este pequeño país del tercer mundo, China le lanzó un salvavidas, un tanque de oxígeno, le facilitó su vacuna SINOVAC, para protegerlo, cuando desesperados, angustiados, mirábamos de un lado a otro, a la espera de la vacuna PFIZER, desde Estados Unidos. El gobierno había firmado un acuerdo para comprar ocho millones de esta dosis, pero inexplicablemente, no llegaba, mientras era recibida en otros predios.
Mientras nos preguntábamos por qué se dilatan en enviarnos la vacuna PFIZER desde Estados Unidos llegó SINOVAC desde China. De inmediato, comenzamos a vacunarnos: alrededor del 55% de la población tiene la primera y segunda dosis; está más tranquila, menos propensa a enfermarse.
Tras casi un año de espera, PFIZER llega a esta media islita, poblada de mulatos; daban prioridad a otros clientes. Algunos han visto su entrada con beneplácito; poderosos, le abren espacios; de hecho, ha cambiado la programación de las vacunas; inesperadamente, el gobierno ha pedido a la población que se ponga, voluntariamente, una tercera dosis; pero exige que sea de PFIZER, cuando deberíamos estar concentrados en vacunar el 45% que no ha recibido ninguna.
Esa decisión ha creado confusión, dudas, cuestionamientos, sobre la efectividad de SINOVAC. Poner una vacuna distinta es revacunar; poner la misma vacuna es reforzar. ¿Buscan desprestigiar SINOVAC al pedir que la tercera sea de PFIZER?.
Indiscutiblemente, SINOVAC recuerda, el “mangú con salami” con el que la población le gana la batalla a la pandemia del hambre; aparece cuando más lo necesitábamos; PFIZER recuerda el “caviar” reservado para ricos, que la mayoría no conoce ni ha necesitado consumir para sobrevivir.
Confieso que me preocupa, que algunas naciones aprovechen la pandemia para luchar por el poder; que industrias farmacéuticas desaten la guerra del mercado; que tomen nuestro país como campo de experimentación; que bombardeen injustamente, a SINOVAC, que nos evitó colapsar.
Lejana, como me reconozco, de todo conocimiento de la ciencia médica, me pregunto porque no concentran los esfuerzos en vacunar con una o dos dosis a toda la población; urge que organismos internacionales de salud hablen de los estudios científicos sobre el CORONAVIRUS: que lo produce, que ingredientes debe tener la vacuna para ser efectiva, que atacan cada una, cuál es la mejor. China puede ayudar a despejar esas incógnitas; es una nación llena de cerebros “bien amueblados”; juiciosos, que inspiran respeto, confianza y credibilidad.
Debemos agradecerle su solidaridad, al facilitarnos SINOVAC cuando estábamos desamparados; por ayudarnos a evitar que un mar de lágrimas se derrame en la nación, por perdida de seres queridos. ¡Gracias, China!! por facilitarnos SINOVAC.
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