WASHINGTON, Estados Unidos.- La pandemia de COVID-19 empujó el año pasado a 4,7 millones de personas de la clase media a la vulnerabilidad o la pobreza en América Latina y el Caribe (ALC), posiblemente revirtiendo décadas de avances sociales, de acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial. El impacto es aún más dramático si el efecto de un programa de transferencias sociales de carácter masivo y temporal en Brasil es excluido de las proyecciones. Sin ese efecto brasileño, un total de 12 millones de personas en la región perdieron su lugar en la clase media en 2020.
Lo mismo ocurre con la pobreza. A nivel regional, hubo 400.000 menos pobres en 2020, pero sin el efecto compensador de Brasil se calcula que unas 20 millones de personas cayeron en la pobreza en 2020, con un aumento adicional de 1,4 millones a causa del crecimiento poblacional, de acuerdo con El lento ascenso y súbita caída de la clase media en América Latina y el Caribe.
En las últimas dos décadas, el número de personas que viven en la pobreza en la región se redujo a la mitad. La clase media (ingreso per cápita de entre US$13 y US$70 al día) superó a los vulnerables (ingreso de entre US$5,50 y US$13 al día) y pobres (por debajo de la línea de pobreza de US$5,50 al día) para pasar a ser el grupo más grande en 2018, pero ese crecimiento se estancó en los últimos años y la región fue una de las más afectadas por la pandemia del coronavirus en términos de costos sanitarios y económicos. En 2020, la clase media se redujo a 37,3% de la población, la clase vulnerable creció a 38,5% y los pobres representaron el 21,8% de la población de ALC.
“La región de América Latina y el Caribe se encuentra en una encrucijada, el retroceso de conquistas sociales que tanto costaron corre el riesgo de volverse permanente a menos que se lleven a cabo reformas enérgicas”, dijo el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo. “Las ayudas de emergencia mediante transferencias en efectivo que ayudaron a mitigar el impacto de la pandemia no serán sostenibles por mucho tiempo; así, la región debe avanzar con políticas que aseguren una recuperación firme y den lugar a un crecimiento más sostenible, resiliente e inclusivo que combata la pobreza y la desigualdad persistentes.”
Si bien las medidas paliativas como los programas de protección social ayudaron a contener el impacto negativo en el corto plazo, sin una recuperación acelerada e inclusiva y niveles similares de medidas de mitigación, la pobreza podría crecer nuevamente en 2021. Garantizar un acceso amplio a las vacunas, implantar sistemas eficientes y efectivos para distribuirlas y administrarlas, y fortalecer los sistemas de salud en toda la región será clave para la recuperación.
Asimismo, la crisis amplificó los efectos nocivos de la desigualdad en la región. Más de la mitad (54,4%) de los trabajadores de la región opera en el sector informal, nueve de cada diez trabajadores que viven en la pobreza se encuentran en el sector informal, y casi un tercio son empleados autónomos.
“Aquellos que estaban peor desde un principio probablemente sean los más afectados, y esto exacerbará la desigualdad en el ingreso en una región de por sí muy desigual”, dijo Ximena Del Carpio, gerente de la Práctica de Pobreza y Equidad del Banco Mundial. “El acceso a servicios básicos como electricidad, agua adecuada, saneamiento e incluso Internet se ha vuelto aún más esencial bajo las medidas de confinamiento”.
No obstante, menos de uno de cada cuatro hogares cuenta con saneamiento adecuado, 9% carece de electricidad y apenas el 25% utiliza Internet en casa. De cara a la pandemia y la incertidumbre en curso, los gobiernos deben priorizar el acceso equitativo a los servicios esenciales.
Los confinamientos subrayaron la importancia de un acceso amplio a Internet y métodos alternativos para adquirir bienes y servicios. Los países deben seguir invirtiendo en infraestructura digital para acelerar estos cambios y promulgar leyes para expandir la economía digital.
Por otra parte, los programas de protección social deben reevaluarse para ajustar su alcance e incorporar nuevos beneficiarios. Las transferencias de ingreso son útiles para brindarles a los grupos vulnerables algún tipo de seguridad financiera durante los períodos de confinamiento, pero son temporales y podrían no ser suficientes para evitar una caída fuerte de la clase media.
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